La prueba más evidente de que el Tea Party es una buena idea es que el grupo PRISA y Mediapro-La Sexta están muy preocupados por los ultraconservadores norteamericanos de Sarah Palin y compañía.

El amigo Aznar asegura que no aconsejaría a nadie en España hacer un Tea party, pero esto es porque el principal perjudicado sería el Partido Popular del señor Aznar porque el PP se ha convertido en un partido de disvalores, es decir de valores bursátiles. Y esto, no porque sus líderes sean corruptos -que haberlos haylos- sino porque su único valor es la eficiencia económica -y, con todo no puede garantizarla- y porque los populares están regidos por una cúpula que no cree en nada y cuyo único objetivo es la acción política es decir, copar el poder.

A fin de cuentas, ¿qué es el Tea Party? Pues un movimiento: recuperar la ciudadanía como protagonista de la cosa pública y moralizar la acción política, porque, no nos engañemos, los únicos valores existentes son los valores cristianos.

Sarah Palin hace proselitismo de estos dos sanos principios a través de Internet y la TV -los dos medios del siglo XXI- y recorriendo Estados Unidos de punta a punta en autobús. Ésta es la cuestión.

Principios de un Tea party a la española:

-Supresión del aborto e instauración del salario maternal. O tenemos hijos o la civilización Occidental desaparecerá.

-Limitación de mandato en Presidencia a ocho años.

-Reducir el salario de diputados y senadores al salario medio español (1.700 euros) aunque con compatibilidad para realizar otros oficios.

-Supresión de las subvenciones públicas a partidos y sindicatos.

-Listas abiertas en el Congreso y supresión de las barreras de entrada al sistema.

-Cheque escolar como garantía de la libertad de los padres para educar a sus hijos como consideren conveniente.

-Reducción del papel del Estado (Gobierno central, Comunidades y Ayuntamientos).

-Defensa de la pequeña propiedad privada, no por privada, sino por pequeña.

-Elección popular de jueces y fiscales, al menos en la parte baja de la pirámide.

-Libertad religiosa, que significa proteger a la única religión perseguida hoy, que es la cristiana, esencia del Occidente libre. 

-Objeción de conciencia, que es la clave para reintroducir la coherencia en política.

¿Quién debe defender estos principios? Pues los escasos partidos que defienden los valores no negociables de Benedicto XVI (vida, familia, libertad de enseñanza y bien común) y aquellos políticos que crean en ello, tanto del PP como del PSOE. Es decir, los políticos no-progres y que no son -o que quieran dejar de serlo- profesionales de la política.

La defensa de la vida humana desde la concepción a la muerte natural debe constituir el termómetro para identificar a los líderes del Tea party. Y no hace falta que abandonen sus formaciones políticas para participar en el movimiento, siempre que sean fieles a los valores no negociables. Para ello sirven miembros del PP, del PSOE, de los nacionalismos sensatos (CIU, PNV, formaciones regionalistas) y también Izquierda Unida). Los valores no negociables son transversales aunque es verdad que el relativismo ha inoculado su virus en todas las formaciones políticas, y en el PP no menos que en otras.

Además de esos políticos, no lo olvidemos, para un Tea party se precisan líderes sociales. Su participación es fundamental.

¿Qué partidos existen, ahora mismo que puedan colaborar en una fiesta del té española? Pues los que ya defienden valores no negociables son marginales: Alternativa Española, Familia y Vida, CTC, el izquierdista SAIN y poco más. A ellos habría que añadir las organizaciones pro-vida, familiares, educativas, además de sindicatos, empresarios, editores e iglesias que crean en los valores no negociables.   

¿Cómo hacerlo? Pues imitando a Palin: Con Internet, TV y autobuses recorriendo España.

Oiga, ¿y si el Tea Party no alcanza el poder? Pues que no lo alcance. El objetivo de un movimiento de este tipo puede ser llegar a La Moncloa (¿Por qué no?) pero el objetivo primero es regenerar la vida pública. Sarah Palin sigue siendo miembro del Partido Republicano y su objetivo es la Casa Blanca, pero lo consiga o no, habrá regenerado la vida pública norteamericana, pervertida, no sólo por los demócratas de Obama sino por el aparato republicano de Washington, por los políticos profesionales.

Créanme los que no creen en el Tea party en el fondo no creen en la democracia ni en el pueblo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com