Sr. Director:
Así nos sentimos los españoles que vivimos en el exterior. Con la reforma de la LOREG adoptada en materia de voto emigrante, los Diputados, como representantes de todos los españoles, desprecian a una parte sustancial de sus votantes.

 

Suprimiendo el derecho de los españoles emigrantes a votar en sus municipios vulneran derechos constitucionales. Además, otra de las medidas adoptadas, el voto rogado, dificulta enormemente el voto de los españoles emigrantes en las Elecciones Generales y Autonómicas obligándonos a rogar por nuestro derecho. La consecuencia devastadora de este despropósito será que prácticamente ningún español emigrante ejercerá su derecho a pedir de rodillas que le permitan votar, por favor, en unos comicios generales o autonómicos.

Nuestra convivencia en el extranjero con ciudadanos de otros países nos da la oportunidad de comparar sistemas electorales. Sin ir más lejos, Italia, país con un alto índice de residentes en el exterior, se sirve de un concepto que mantiene los derechos de los emigrantes y a la vez elimina el problema del fraude en materia de voto exterior. La creación de circunscripciones electorales en el exterior (por ejemplo Europa, América y Resto del Mundo), de acuerdo al modelo italiano con la consiguiente representación parlamentaria de los emigrantes cual provincias exteriores fortalecería la situación de 1.500.000 españoles en el extranjero.

Además, el fraude electoral debe ser acotado a nivel de partidos políticos que son los interesados en los votos (y en el fraude) y jamás recortando un derecho constitucional como es el derecho a voto. Mantener el voto rogado en los comicios municipales obligando al rogante a demostrar un interés fáctico en los comicios sería una medida proporcional. Muchos emigrantes tienen una vivienda en España y por lo tanto un interés en lo que pase en su municipio. Parece inconcebible que un país como Italia consiga en materia de voto exterior lo que no consigue España, cuyo partido de gobierno hasta hace pocas décadas tenía que celebrar sus congresos en el extranjero y que no era más que un partido de oposición emigrado y emigrante.

Es vergonzoso que el Gobierno y la Oposición no sean capaces de encontrar consenso para resolver ninguno de los problemas reales de España y logren casi unanimidad para desmantelar el voto de los emigrantes.

Se supone que España, en su situación socioeconómica actual, no pueda ni deba prescindir de la opinión, apoyo económico y moral que los españoles emigrantes ofrecemos a nuestro querido país.

Juan Cortizo y Daniel Ordás