Una cosa es ser aconfesional, otra laicista y otra diferente, imbécil. Los laicistas radicales odian la Navidad porque la entrada de Cristo en la historia revolucionó el tiempo del hombre partiendo la historia en antes y después de su Nacimiento. La Buena Noticia de la Salvación a todos los hombres es el motivo de una celebración cristiana que ha impregnado la cultura de las sociedades cristianas. Sí, la española entre ellas.

Pues bien, los laicistas radicales no lo soportan. Son incapaces de tolerar la fiesta, aunque no sea suya. Son incapaces de hacer fiesta junto a sus conciudadanos que celebran la Salvación del hombre. Y por eso atacan el Belén en las escuelas.

Pero el máximo de los máximos lo protagoniza ERC que para evitar hablar de la cena de Navidad, convoca a una cena entre sus simpatizantes para celebrar el solsticio de invierno. Y esto ya supera el grado de laicismo militante para entrar peligrosamente en el campo de la estulticia.