Un proceso postoperatorio me está permitiendo ver más televisión de lo aconsejable para mi templanza anímica. Es más, pensaba yo que nada podía asombrarme ya, pero ahora debo confesar, cariacontecido, que sí, que todavía hay mensajes y visiones que pueden bloquearme. Bloquearme y escandalizarme, por cuanto escandalizarse no tiene nada que ver con mohínes versallescos, sino con la incitación a pecar. Y créanme: he sido incitado a pecar en forma de un irrefrenable deseo de propinar un buen par de mamporros a los conductores del espacio y a los propietarios de Tele 5, don Silvio Berlusconi, por no hablar del muy deontológico grupo Vocento-ABC, tan preocupados de la cuestión ética. En resumen, una excelente cura de humildad, de la que estoy muy agradecido a Telecinco : yo también soy escandalizable.

En pantalla aparecieron dos babosos, que amenazaban a la tonadillera Isabel Pantoja con la cárcel inmediata. También proporcionaron una gran exclusiva: la de un preso veterano (¿por qué razón?) de la prisión de Alhaurín de la Torre, quien se ensañó, a cambio de dinero, seguro, con los detenidos Julián Muñoz y Juan Antonio Roca. Sólo le faltó animar a los otros reclusos a lincharlos o violarlos. Pero las intenciones eran claras.

Naturalmente, se metió un vídeo en el que otra periodista babosa, acosaba con un micro a la ex alcaldesa de Marbella. La regidora se introducía en el coche y, como el micrófono seguía al lado de su boca, resulta que pillaba la mano de la reportera (creo que lo que pilló fue el micrófono, pero da igual): ¡Todo un ataque a la libertad de prensa, si ustedes me entienden!, glosado por los enajenados compañeros de TV basura, más babosos, si ustedes me siguen, que proferían venganzas contra la pillamanos.

He visto muchas miserias en periodismo, pero hacer leña de árboles caídos con este ensañamiento retorcido no lo había vito jamás. Alechu Echevarría, un muy serio editor vasco, preside ese canal de TV-mugre.

Lo más curioso es que estos miserables editores y periodistas, por ese orden- no se dan cuenta de que no son sino instrumentos del Gobierno Zapatero para desviar la atención de la opinión pública. Canalizar la ira nacional hacia cuatro chorizos vulgares, algunos de ellos sólo a medias conscientes de las trifulcas en las que participaban, porque su cerebro no da para más, es la mejor manera de desviar la atención del público de otras cuestiones más graves. Inmigración, negociación con ETA, bloqueo económico de la juventud, depredación de los principios morales, incendios, rendición ante el terrorismo ciudadano, ruptura de la solidaridad entre regiones, suicido natalista, matrimonios desechos, etc: todo puede ser ocultado con el escándalo de Marbella, el del Pocero, los desenterramientos de la guerra civil Todo puede ser ocultado mediante el escándalo de una folklórica llevada ante los tribunales. Un detalle: al juez del caso Marbella se le entregó el informe completo 48 horas antes de la intervención. Fue la policía, es decir, el Gobierno, no los jueces, quien lanzó la operación Malaya, de la misma forma que fue una inspectora de Hacienda (ver nuestra portada de ayer) quien desató el artificioso caso Afinsa-Forum, pocos días después de conocerse la sentencia del Caso Bono, sin que el ministro del Interior, hoy de Defensa, José Antonio Alonso, íntimo del presidente Zapatero, dimitiera.

El envilecimiento moral reinante en España ha provocado que se sustituya el pan y circo por el famoseo, y por el ensañamiento con, pongamos, Isabel Pantoja. El Gobierno Zapatero está feliz con la TV basura.

Eulogio López