Entrelobos es la extraordinaria historia de Marcos, un chico que vivió 12 años aislado en el corazón de la Sierra Morena junto a una manada de lobos. Esta historia está basada en hechos reales. Así presenta Gerardo Olivares su película (de la que además de director ha sido guionista).

Catorce meses de grabación han dado lugar a este excelente largometraje, una  superproducción española que recuerda, por el argumento y el esfuerzo realizado al rodar en plena Naturaleza, las películas del genial director francés Jean-Jacques Annaud (El oso, Dos hermanos). Una historia en la que se entremezclan (con una maestría  pasmosa)  las escenas sobre  la apasionante experiencia vital de Marcos Rodríguez Pantoja  con aquellas puramente documentales  filmadas por la unidad de naturaleza  de Joaquín Gutiérrez Acha (que recuerdan los grandes trabajos de Félix Rodríguez de la Fuente dedicados al lobo ibérico). Todas ellas transmiten con convicción que el Tarzán cordobés encontró en los animales (sobre todo en los lobos) la amistad y el cariño que nunca le brindaron en el seno de su propia familia (Marcos fue entregado por su padre a un terrateniente en pago por las deudas acumuladas). Todo esto se ha conseguido contradiciendo las ideas del genial Alfred Hitchcock que afirmaba que había que tratar de evitar rodar con niños y animales. Por el contrario, Olivares  y Joaquín Gutiérrez Acha han sacado de ambos el mejor partido.

La película  resulta todo un prodigio visual y, como ocurría en Los Santos Inocentes, de Mario Camus, denuncia de forma muy simple la España profunda de los años 50 donde, en algunas zonas del país, unos cuantos disfrutaban de la vida manteniendo casi en situación de esclavitud a sus trabajadores. Asimismo recuerda un fenómeno habitual en la serranía española durante varios siglos: la existencia de bandoleros, que vivían al margen de la ley y se escondían en el corazón de las montañas tras cometer sus hazañas. Sorprende que sobre quien  realmente recae el  mayor peso del metraje de la película es en el debutante y expresivo Manuel Camacho (que interpreta a Marcos en su infancia), un niño encontrado en el casting realizado en Córdoba, en la misma zona donde nació el personaje real en el que está inspirada esta historia, aunque a nivel publicitario aparece retratado en los carteles el joven actor Juanjo Ballesta (siempre recordado por su interpretación de El Bola). Ambos están más que correctos en esta lucha por la  supervivencia que demuestra que, muchas veces, el verdadero lobo tiene rostro humano

Para: Los que les gusten las películas realizadas con esfuerzo que se traducen en impresionantes imágenes naturales. Los que quieran ver buenas películas de cine español