El comunicado que el lunes hiciera público UNESA, el primero con Eduardo Montes en la presidencia, sobre el decreto-ley 14/210, de 23 de diciembre, que el miércoles se aprueba en el Congreso, resulta revelador.

La patronal eléctrica recuerda que el decreto -a punto de aprobarse- carga sobre las compañías el coste de las políticas de ahorro del Ministerio, así como el bono social a la vez que introduce un peaje a las generadoras sobre el uso de redes. Todo ello para conseguir un ahorro de 4.600 millones de euros en tres años. Sobre un déficit de tarifa acumulado de 20.000 millones no es que sea para tirar cohetes pero menos da una piedra y más daño hace.

Los principales culpables de ese déficit son dos barbaridades de Zapatero en su obsesión progre por la energía verde, tan verde que provoca números rojos. Esas dos barbaridades son las subvenciones a la energía solar, especialmente a la fotovoltaica pero la termosolar ya se nos echa encima y la subvención al carbón nacional, verdadera ruina aunque, al parecer, electoralmente rentable. Nótese que ambas subvenciones son contradictorias: en una prima el carbón provocador de gases de efecto invernadero y en la otra financia una energía fotovoltaica cuyo único valor consiste en no producir los temidos gases.

En su afán por no irritar a ninguno de sus socios, tampoco a los solares, UNESA asegura, con finura, que el coste de la energía fotovoltaica es de 466 euros por MW/h, frente a los 80 de la energía solar. Para mayor delicadeza, no comparó la fotovoltaica con la energía nuclear, cuatro veces más barata que la eólica y veinte tantas veces más barata que la solar.

Eso sí, UNESA no puede dejar de recordar que a pesar de esta limitación, los promotores de instalaciones fotovoltaicas seguirán manteniendo una retribución razonable, que no comprometerá su viabilidad futura. Vamos, que los empresarios solares ya están muy bien pagados, entre otros, por ejemplo, el amigo de Zapatero, José Manuel Entrecanales (Acciona), el hombre que dio el pelotazo del siglo a costa de ceder la primera eléctrica de España al Gobierno italiano.

En resumen, Zapatero ha obligado al quemado ministro Sebastián a dar marcha atrás en su locura verde que ha llevado a la ruina a la energía española. Hay que recordar que el problema de la energía no sólo es que suba la luz. La energía es materia prima para todo el proceso agrícola e industrial, es decir, que el alto precio de la energía eco-progre de ZP ha perjudicado la competitividad de toda la economía española. Y cuando no somos competitivos ya sabemos lo que ocurre: que creamos empleo fuera y lo perdemos dentro.

En cualquier caso, ZP intenta dar marcha atrás en su nefasta política en pro del voto ecológico. Lo malo es que ha dado demasiados pasos hacia abajo y ahora no puede remontar con la debida celeridad. Eso sí, de esta forma ha conseguido cabrear a los más racionales en pro del voto tontiverde... y ahora los tontiverdes no se lo reconocen.

Y, mientras tanto, hemos perdido el tren nuclear, que es el tren del futuro.

Y entonces, ¿es bueno que se apruebe el decreto? Sí, lo es, aunque sea a título de mal menor. Con él, se supone, disminuir el fraude en la energía solar, huertas y plantas estupendas capaces de producir ¡hasta en la oscuridad de la noche! Esto es, como los relojes de sol que funcionan en días nublados. También porque, aunque tímidamente, el decreto pone algo de rigor en el pitorreo de las primas a las renovables, la gran mamandurria nacional, la sinecura de la progresía española. Es decir, que el decreto no va a acotar el déficit porque la desastrosa política energética de Zapatero tardará años en solventarse. Pero menos da una piedra y más daño hace, oiga usted.       

Eulogio López

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