Recientes iniciativas pro vida en distintos países europeos están logrando un notable apoyo político y en la opinión pública, hasta el punto de provocar inquietud entre los partidarios del aborto, que creían tener la batalla ganada.

 

En Polonia, en una votación en el Parlamento, faltaron solo seis votos para que fuera admitido un proyecto para la prohibición del aborto. La iniciativa fue promovida por la Fundación Pro Vida que recogió seiscientas mil firmas, seis veces más de las necesarias para que una propuesta ciudadana fuera votada en el Parlamento.

Polonia aprobó una de las legislaciones más restrictivas de Europa sobre el aborto, de modo que la cifra anual de abortos se ha reducido a unos quinientos. Mariusz Dzierzawski, portavoz de la Fundación Pro Vida, explica que cuando mantuvieron las primeras conversaciones con los diputados, se notaba que la inmensa mayoría estaban a favor de no modificar la ley. Sin embargo, la Fundación realizó una campaña integrada por una exposición, que viajó por todo el país, y de algunas vallas publicitarias y como resultado de esta acción espera un mejor resultado en las próximas elecciones parlamentarias. "Podremos decir que hemos vencido cuando la ley cambie, y tengo la esperanza -afirma Mariusz Dzierzawski- de que eso ocurrirá en breve ya que en el nuevo Parlamento habrá más diputados que se pronuncien en favor de la vida". Por otra parte, en Suiza también se someterá a referéndum una iniciativa pro vida que exige que el aborto no forme parte de las prestaciones del seguro de enfermedad, y por lo tanto no sea financiado con fondos públicos. Su tesis consiste en que, si el aborto es un asunto privado, también su coste lo debe ser.

En la misma línea restrictiva, la Duma (Parlamento ruso), están en trámite parlamentario otras propuestas que prevén que la mujer asuma la responsabilidad económica del aborto y que el marido declare que está de acuerdo con que se ejecute el aborto. El deseo de reducir el número de abortos responde a la línea oficial de luchar contra el declive de la población. También en Hungría el gobierno está intentando crear un clima más favorable al respeto a la vida. La nueva Constitución se compromete a "proteger la vida del feto desde su concepción". Tras la aprobación de la Constitución, el gobierno ha lanzado una campaña institucional para reducir el número de abortos explicando la trascendencia de la vida por nacer.

Las mujeres que abortan miran con indiferencia la muerte de sus propios hijos. Vivimos en una cultura de la muerte, que nos rodea por todas partes con un egoísmo feroz, una violencia brutal y ningún respeto por la vida humana de un ser nonato, inocente e indefenso.

"El niño por nacer es un ser humano a partir de la concepción, y su vida debe ser respetada. Esa vida fue redimida por Cristo, esa vida es un regalo de Dios", afirma el teólogo suizo, Karl Barth.

Clemente Ferrer

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