Con mi admirado Francisco Marhuenda, director de La Razón, me separan dos cosas: él es un gran periodista pepero y yo no soy ni lo no ni lo otro.

Pero tengo que volver a felicitarle por decir lo que no dice nadie: ha identificado a los líderes del llamado movimiento estudiantil como lo que son: agitadores de más retórica que dialéctica y usurpadores de una representatividad que no les corresponde. Dicho en otras palabras: un fraude.

Y ya saben que hay dos tipos de personas en el mundo: los buenos y los malos. Los malos son los que te meten una querella antes de darte los buenos días. Tal es la amenaza del Sindicato de Estudiantes con el diario de Planeta.

Aunque hay que reconocerles a esos agitadores un punto de experiencia en el materia. Por ejemplo, recuerden al prohombre -digo, contaba 25 abriles- que lideró los altercados de la 'Primavera de Valencia' (en efecto, fue en primavera), y que andaba todavía en la FP. Hombre, no parece un modelo. Y eso de que los líderes estudiantiles sean los peores estudiantes, bueno, da que pensar.

Al final, todo indica que los estudiantes organizados, tan vocingleros ellos, están siendo utilizados por los profesores de la enseñanza pública, que ven peligrar, más que su puesto de trabajo, su indolencia profesional.

Ahora bien, la solución no consiste en reducir el poder sindical en la educación para aumentar el poder patronal. El poder, en educación, deben tenerlo los padres y la educación no debe guiarse por principios laborales sino por mérito. En materia de enseñanza, tanto entre alumnos como entre profesores, el líder debe ser el que más sabe, no el que más grita.

Eulogio López

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