No se pierdan el comentario de la crítica de Cine de Hispanidad, Juana Samanes sobre Yo también, que más que una película es un alegato progre sobre la necesidad, imperiosa, de que los disminuidos psíquicos copulen con entusiasmo.

He dicho copular, no procrear, porque al igual que ocurre con los preservativos, no se trata de evitar el sida sino de evitar al niño. De igual forma, la progresía afirma que para ser feliz lo único que puede hacer un síndrome de Down es eso que están ustedes pensando.

Todo el mercado de la anticoncepción se basa en que el hombre es un animalito que no puede dejar de fornicar. Y si no se ayunta, sufre feroces patologías físicas o psíquicas.

Yo diría que lo que necesita un síndrome de Down -o cualquier otra persona- no es sexo, sino afecto, es decir, lo que no se puede separar de la actividad sexual, como no se puede separar sexo y procreación.  

La película resulta triste pero la intencionalidad de sus promotores mucho más. Es la eterna visión que occidente tiene del débil. En el Tercer Mundo están hartos de que europeos y americanos les consideremos como animalitos pendientes de satisfacer sus necesidades primarias. Sobre todo, cuando en lugar de pan les damos condones.

Eulogio López

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