Sr. Director:

Varios diarios catalanes y un canal de televisión de difusión estatal se hicieron eco la pasada semana de tan importante y trascendental noticia: Cinco alumnos de 3º de ESO de un colegio de religiosos asisten a la rúa de carnaval del pueblo disfrazados de sacerdotes haciendo mofa, incluso uno de ellos llegó a ponerse unos pechos postizos sobre la sotana.

Hasta aquí lo que los medios describieron a pies juntillas, a partir de aquí lo que algún diario relató con saña y mentira:

El lunes después de carnaval en el patio del colegio totalmente privado, y no subvencionado por la Generalitat, como decía la noticia- un chico de curso superior enterado del acontecimiento decidió cantarle las cuarenta al principal culpable de haber ofendido a su Padre, así que un empujoncito lo que algún periódico decidió convertir en un puñetazo y varias patadas- y un emotivo discurso merecedor de ovación interpretado por el diario de marras como una intimidación producida por varios delincuentes juveniles- hicieron llorar al chaval creemos que no de emoción.

Como suele pasar en estos casos, el apasionado discurso y sus repercusiones en el entorno fueron disueltos por un profesor. Es el resultado final lo que los medios relatan con indignación: La dirección del colegio tomó la decisión de sancionar a los cinco alumnos que hicieron escarnio a permanecer en un aula de estudio durante dos días lectivos.

Mis dos últimos dos años como escolar fui alumno del mencionado colegio -y lamento no haberlo conocido antes-, y me consta que a «todo bicho» que ha pasado por él se le ha intentado educar cristianamente y humanamente, de manera que quien ha sido alumno de tal, se disfraza de sacerdote y hace burla de ello no lo hace imprudentemente, sino con la más cruel intención.

Aunque la mayoría de los padres de los alumnos increpados estaba de acuerdo con la sanción impuesta, alguien a quien no voy a calificar porque ante todo soy cristiano, denunció al chico que le corrigió, avisó a los medios de comunicación y llamó a Educación para abrir una investigación al colegio; y aunque todo el mundo sabe que ni la denuncia ni la investigación van a ninguna parte, la calumnia sí hace daño, y los medios no han de perder punto cuando se trata de desprestigiar a la Iglesia.

No busquen más, éste es solamente uno de los miles de casos de discusiones de patio que suceden todos los días, con la diferencia de que ésta sí valía la pena.

Pablo González Moreno

PABLOGM50@terra.es