El apoyo y el tráfico de influencias que practica el ex presidente español, Felipe González, en Iberoamérica, apoyando a su patrón, el mexicano Carlos Slim, el hombre más rico del mundo hispano y propietario de Telmex, empieza a cabrear hasta en Moncloa, cuyo inquilino, Rodríguez Zapatero siempre consideró a González como su ídolo, mentor y modelo.

No es casualidad que Telmex sea el gran competidor de Telefónica en todo el mundo hispano y que le haga la vida la vida imposible a la operadora española en México.

No sólo empeoran las relaciones González-Zapatero, sino también las de González con el ministro de Defensa, José Bono, al que el primero apoyó en su lucha con Zapatero por hacerse con el control del PSOE. Y es que Bono quiere hacer exactamente lo mismo que González: un grupo de poder político y económico de ámbito iberoamericano. La diferencia es que González extiende sus tentáculos desde México y las viejas estructuras del PRI; mientras Bono pretende hacer la competencia desde Venezuela, con el caudillo Chávez como financiador y el embajador Raúl Morodo, como enlace.

Sin ese doble enfrentamiento es difícil entender lo que está ocurriendo en España.