La vicepresidenta segunda del Gobierno, Elena Salgado, responsable máxima de nuestra economía, nos ha comunicado, en la mañana del martes 9, que la subida del IVA sólo se trasladará a los precios en un 50%.

Pero esto es un juego de suma cero, doña Elena. Entonces, ¿quién pierde? No serán las empresas, porque ya se sabe cómo van a ajustar el asunto: despidiendo trabajadores.

Recordemos que el IVA no se sube para compensar una rebaja de los impuestos laborales (el famoso cuotas por IVA), sino para exprimir al ciudadano y que el Gobierno pueda arreglar sus cuentas y, a la postre, comprar votos a través de subvenciones, verdadera política económica del PSOE y del Zapatismo.

Pero hay más. Salgado nos tranquiliza: asegura que los consumidores nos van a permitir que suban los precios. Esta señora se va a hacer daño al andar, porque corre el serio peligro de pisarse el rostro de tan grande como lo tiene: o sea, que el Gobierno sube los impuestos pero será el comprador quien amenace al vendedor con que no suba los precios y se coma el margen. O sea, estamos ante una ajuste desde arriba, o quizás, ante la sinvergonzada de hacer recaer sobre la espalda de ciudadano el desastre de una política económica.

Pero la inefable Salgado no se ha quedado ahí. Asegura que fue un error suprimir el impuesto sobre el patrimonio. ¿Y por qué un error, si el gravamen sobre el patrimonio consiste en volver a pagar sobre un bien ya pagado cuando fue renta, es decir, un impuesto totalmente injusto?

Si se cruzan con Salgado por la calle, tiéntense la mano a la cartera. Tiene alma de confiscadora.  

Eulogio López

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