Con la sensibilidad y la imaginación que caracterizan sus películas, y su magnífico dibujo "manganizado", el conocido director Hayao Miyazaki, "el Disney japonés", se desmarca de sus producciones más fantásticas y, en El viento se levanta, narra la biografía de auténtico soñador y visionario de la Aeronáutica: Jiro Horikoshi, el creador, entre otros, del avión de combate  modelo Zero que, debido a su ligereza y velocidad de vuelo,  tantos problemas causó a los aliados en la Segunda Guerra Mundial.  La vida de Horikoshi sirve para recordar algunos capítulos de la Historia de Japón, como el terremoto de Kanto de 1923, la epidemia de tuberculosis o la entrada del país nipón en la Segunda Guerra Mundial…

Como es habitual en Miyazaki en esta historia mezcla realidad con ensoñaciones, donde recoge la admiración que Jiro sentía  por  Caproni, el famoso diseñador de bombarderos durante la Primera Guerra Mundial. Aunque el apartado más bello de este largometraje es la hermosísima historia de amor que protagoniza Jiro con su alma gemela.

Como en otras incursiones anteriores, Miyazaki vuelve a incluir un mensaje antibélico, puesto que Jiro deja claro que los aviones son maquinarias hermosas para volar, para surcar el cielo, por ello resulta decepcionante que, como Caproni, al final este creativo ingeniero renunciará a sus ideales para apoyar a su país en la Segunda Guerra Mundial.

Nominada a los Oscar de este año en el apartado de Mejor película de animación, El viento se levanta es poética y muy bella en su desarrollo pero no llega a poseer la "magia" visual de otras películas anteriores como El viaje de Chihiro  o El castillo ambulante.

Por cierto, que el veterano Miyazaki ha manifestado que El viento se levanta supone su despedida del cine.

Para: Los que les gusten las películas bellas en fondo y forma