Seis meses atrás un importantísimo banquero español era recibido por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en Moncloa. Como otros tantos prohombres el financiero no se sentía molesto pero sí intrigado por la obsesión anticlerical de Rodríguez Zapatero, así que le preguntó el porqué de tan curiosa actitud. La respuesta le resultó tan sorprendente como asombrosa. Según Zapatero el arzobispo de Santiago, precisamente el de Santiago, a la sazón Monseñor Julián Barrio, le había humillado recordándole, durante un acto religioso, celebrado en la capital política gallega, la historia cristiana de España y claro, eso no puede ser. Ante tan consistente argumento nuestro banquero decidió cambiar de tema.

Y así estamos desde entonces, Zapatero es un obseso anticlerical capaz de entenderse con cualquiera menos con la Iglesia. A partir de ahí lo que vivimos es un cúmulo de mentiras y una hipocresía de muchos quilates por parte del gobierno español que habla de diálogo y cordialidad mientras continúa pegando patadas en las espinillas a los cristianos por los bajos de la mesa.

Y la cosa tiene trazas de continuar, ya he repetido muchas veces las tres condiciones que adornan al presidente del Gobierno español: ignorante, insensato y muy, muy rencoroso. Zapatero no va a perdonar los abucheos que las familias le dedicaron en el aeropuerto de Valencia y a la entrada y a la salida del palacio arzobispal. Dicen los felipistas que su antecesor, Felipe González, pasó su peor momento político cuando fue abucheado por los estudiantes en una universidad madrileña. Un abucheo juvenil era algo que González no podía esperar y nunca pudo superar. Lo mismo le ocurrirá a Zapatero, convencido de que el pueblo está con él y que sólo la derecha carca y cavernícola puede estar en desacuerdo con su política de diálogo y talante.

La primera gran hipocresía de Zapatero respecto al Encuentro Mundial de las Familias, tiene por protagonista, ¡como no!, a la vicepresidenta primera del Gobierno. Desde el pasado viernes, tras la rueda de prensa del Consejo de Ministros, el negociado goebbeliano que dirige el secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, señaló que el Papa habría mostrado un especial interés en recibir a Teresa Fernández de la Vega. Una opción que han mantenido sin rubor alguno la televisión controlada por el PSOE: la pública y las cadenas Cuatro y Sexta (Telecinco no está controlada pero casi). A ver, muchacho, el archiv con su habitual modestia la señora vicepresidenta intentó, en noviembre del pasado año, en vísperas de la manifestación contra la Ley de Educación, que Su Santidad le recibiera en el Vaticano, se trataba de desautorizar a los obispos españoles. El Vaticano sólo aceptó que la recibiera el secretario de Estado, Angelo Sodano. Llegó como el caballo de Atila y se presentó como la vicepresidenta que regirá España durante los próximos veinticinco años. A lo que el cardenal Sodano le respondió: Pues yo lo veré desde el cielo porque no pienso estar aquí tanto tiempo. A la prepotencia de esta feminista radical sólo se puede responder con la ironía.

Pero la carrera de nuestra Dorian  Grey particular no acaba aquí, quince días atrás de la Vega insiste en que la reciba el Papa. Desde el Vaticano se le vuelve a responder negativamente e, incluso, esta vez hartos de las filtraciones interesadas de Doña Teresa se le asegura que no le recibirá nadie. Esto es lo que Don Fernando Moraleda, traduce como que el Papa está deseando recibir en audiencia a la vicepresidenta del Gobierno.

Y la gran hipocresía continúa, Valencia, 18:40 horas del Sábado 8 de Julio. Los medios afines al PSOE llevan días machacando y calumniando es decir, ensuciando, la figura de Papa: David Cantero el nuevo ídolo de la televisión socialista, más conocido como David Sincero (y palabra que es de coña) lidera un equipo de profesionales que repite la siguiente consigna, el papa Ratzinger presidió el Santo Oficio, es decir, la antigua Inquisición; militó en las juventudes hitlerianas; viene a España  defender su sentido de la familia; la Iglesia local que más dinero aporta al Vaticano es la norteamericana, a pesar de sus escándalos de pederastia; grupos civiles acusan a la Iglesia de homofobia y otras lindezas.

Todo esto es lo que Fernández de la Vega, que alterna las figuras de elfo y orco, traduce ante el papa como la búsqueda de puntos de encuentro. Benedicto XVI respondió, cuando la vicepresidenta se lo permitió Estamos en buenas manos. Descubrimos así, la faceta más olvidada de Joseph Ratzinger, la ironía.

Pero la audiencia papal tiene otros muchos detalles de enjundia, como diría Cervantes corrido por el abucheo popular, Zapatero se mostró especialmente nervioso en la audiencia. Naturalmente, ni él, ni su esposa Sonsoles Espinosa, ni Fernández de la Vega realizaron la protocolaria inclinación ante el pontífice. Zapatero sacudió la mano del pontífice como si estuviera accionando una bomba de agua mientras le regalaba un cuadro del equipo Crónica, un presente muy apropiado para Su Santidad, todo un experto en arte moderno.

En ese momento entra en escena la señora vicepresidenta, un momento muy esperado por el pontífice, sin que nadie se lo pida toma la directa y le explica al Papa que el empeño de Zapatero es el de buscar puntos de encuentro. Suponemos que se refería a los insultos en los medios al Papa, al afán de ridiculización de toda creencia cristiana en esos mismos medios y  a las leyes del divorcio-express, matrimonio gay, educación y quizá la más grave de todas: la nueva ley de fecundación in vitro que convierte a los embriones humanos en cobayas de laboratorio.

Pero al guiso le faltaba un hervor. Aprovechando que la seguridad del Vaticano no es que sea mala es que no existe y que el protocolo vaticano es de lo más flexible, Doña Teresa presenta al papa a dos de sus colaboradores a quienes no tiene ni la delicadeza de presentar, un hombre y una mujer. Por decirlo en términos protocolarios, esta mujer desconocida, de mediana edad es presentada a un Jefe de Estado, tras el Presidente, la esposa del Presidente y la propia vicepresidenta y antes que el Secretario de Estado de Comunicación o el embajador español ante la Santa Sede, y más: inmediatamente después del trágala, con aire de complicidad (en el caso de Doña Teresa sería difícil de hablar de sonrisa cómplice), Doña Teresa se dirige a la desconocida y le pregunta:

-¿Ya le has saludado?

-Si ya le he saludado- responde el interpelado y anónimo personaje.

El asunto no acabaría ahí, porque otro ejemplar de la transmutación elfo-orco, el maestro manipulador es Don Fernando Moraleda, daría el cante una vez más.

La cosa fue así: el portavoz vaticano, Joaquín Navarro-Valls, resaltó su extrañeza por el hecho de que ni Zapatero ni de la Vega, acudirían a la Eucaristía del Domingo, punto central de la visita papal. Navarro-Valls recordó que el líder sandinista Daniel Ortega, el General Polaco Jaruzelski y en pleno golpe de Estado comunista- así como el mismísimo Fidel Castro acudieron a eucaristías celebradas por el anterior pontífice durante sus viajes apostólicos.

Otra hipocresía del Gobierno, que ni George Bush ni Jacques Chirac acudieron a celebraciones litúrgicas. Mentira, tanto el presidente norteamericano como el francés acudieron a la Eucaristía funeral de Juan Pablo II y bien que se hicieron notar, y tres presidentes norteamericanos George Bush padre, George Bush hijo y el abortista Bill Clinton acudieron a rezar ante el cadáver del papa Wojtyla. Lo que ocurre es que Zapatero por nada del mundo acudiría a un acto multitudinario donde corre el serio peligro de ser abucheado, aún con más ganas.

Y sí que hay una diferencia crucial entre Fidel Castro, Jaruzelski, Daniel Ortega y la pareja Zapatero-De la Vega. Los primeros eran comunistas, creían en algo y estaban dispuestos a perseguir a la Iglesia en nombre de esos principios. Pero Zapatero, y su mano derecha, sólo son progresistas, algo que no se sabe lo que es y que lo único claro que tienen es que su adversario es todo aquel que esté convencido de algo, que crea en algo. Más que un credo el progresismo es un anticredo, especialmente un anticristianismo.

El viaje del Papa ha servido para mucho pero también para desenmascarar la hipocresía elfo-orco del Gobierno Zapatero.