Sr. Director:
La sentencia por la que el Tribunal Supremo ha anulado parcialmente el decreto que permitía a los alumnos de Bachillerato superar un curso con hasta tres o cuatro asignaturas suspendidas, a través de un curso intermedio, no es una simple corrección jurídica y formal a un precepto indebidamente enfocado, sino toda una desautorización de fondo al sistema educativo vigente.

Sencillamente, el fallo es un varapalo a la imposición de un modelo educativo fallido de origen y que el Gobierno ha pretendido moldear a conveniencia de parte para tratar de maquillar el creciente deterioro de nuestra educación y las alarmantes cifras de fracaso escolar. Esperemos que el nuevo ministro sea capaz de rectificar, durante las vacaciones tendrá tiempo de reflexionar.

La sentencia del Supremo respondía asimismo a la senda que impone la lógica y deja al descubierto las lamentables consecuencias de legislar sin consenso entre los dos partidos mayoritarios, un consenso que debería ser obligado cuando afecta a una cuestión crucial para un país como es la educación de sus jóvenes.

Jesús Domingo Martínez

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