• Un ultramarinos regentado por la familia Lesaola, con 81 años de historia y tres generaciones detrás del mostrador, situado en el barrio de Chamberí.
  • Su origen fueron las denominadas Tiendas Rojas, después fue una mantequería y más tarde pasó a lucir la enseña de Udaco (Grupo Unide).
  • "No puedes competir con las grandes, pues en año y medio se han abierto varias en el barrio", cuenta Jorge, actual encargado del negocio familiar, a Hispanidad.
  • Ahora el margen de beneficios es pequeño y los costes cada vez son más altos, como la luz (por 65 metros cuadrados paga unos 300 euros al mes) o la cuota de autónomos.

Una vez más, en Hispanidad volvemos a defender que lo pequeño es hermoso, pero precisamente no se ponen las cosas fáciles para que lo de menor tamaño pueda seguir adelante, sino que suele ocurrir que, como dice el refrán el pez grande se come al chico. Un ejemplo: el último ultramarinos del barrio de Chamberí, situado en la calle Sagunto, esquina con la calle Castillo, va a cerrar sus puertas. Pero no es una tienda cualquiera, sino la primera del Grupo Unide en Madrid y paradójicamente la cooperativa de distribución del sector de la alimentación no ha hecho nada para evitarlo.

Sí, como leen y todo ello después de estar 81 años abierto al público, ofreciendo un trato familiar y personalizado al cliente. Un negocio emblemático que han regentado tres generaciones de la familia Lesaola, según ha contado Jorge (en la imagen), actual encargado, a Hispanidad, "empezó mi abuelo, después mi padre y luego yo. Su origen fueron las denominadas Tiendas Rojas, llamadas así por el color de su fachada, y que fueron el primer formato de tiendas en franquicia dedicadas a la alimentación. Después el local se convirtió en una mantequería y más tarde pasó a lucir la enseña de Udaco (Grupo Unide), como se puede ver en la actualidad.

El motivo del cierre es que "no puedes competir con las grandes", ha explicado Jorge, ya que "en año y medio se han abierto varias en el barrio". Por ello al echar números las cuentas no salen. "Ahora el margen de beneficios es pequeño, se cubren costes y poco más" y menos mal que el local es propiedad de la familia, "si tuviera que pagar alquiler habría cerrado hace dos años", ha añadido.  

Pero no sólo hay menos beneficios sino que los costes son cada vez más altos, además las ayudas se venden muy bien, pero en la práctica son pocas, por no decir ninguna. Jorge ha detallado que el coste de la luz es abusivo, ya que por 65 metros cuadrados paga unos 300 euros al mes. Además están las cuotas de autónomos que también se han incrementado.

El tendero ha destacado que es "un trabajo muy sacrificado", pero compensa, pues "es gratificante y te valoran". "Aquí se ofrece un trato familiar y personalizado al cliente, no como en las grandes superficies" y ha añadido que le ha dado mucha pena dar la triste noticia del cierre al cliente de toda la vida. Y es que no sólo cierran las puertas de una tienda, sino también de una parte de sus vidas, como ha contado Lourdes Lesaola, hermana de Jorge, en un blog del barrio. Esperemos que les vaya muy bien y que se defienda más al pequeño comercio en adelante.

Cristina Martín

cristina@hispanidad.com