El último bailarín de Mao narra la biografía de Li Cunxin, que fue seleccionado a los once años en un pequeño pueblo de China por delegados culturales y enviado a Pekín. Allí comenzó su increíble aventura vital que le convirtió, tras años de entrenamiento brutal, en uno de los mejores bailarines del mundo. En un primer momento fue aclamado como un héroe de la China comunista para, más tarde, ser despreciado y acusado de traición.

El drama dirigido por Bruce Beresford (un cineasta recordado por su película Paseando a Miss Daisy) resulta tremendamente positivo en su planteamiento desde el momento que describe hasta dónde puede llegar un individuo si posee espíritu de superación y capacidad de sacrificio.

Aunque algo extensa en su desarrollo, El último bailarín de Mao tiene el acierto de realizar un recorrido somero por los acontecimientos políticos ocurridos en China desde 1971 hasta mediados de los años 80, todo ello narrado mediante  efectivos flash back. A través de ellos apreciamos la sinrazón del régimen maoísta, el adoctrinamiento del pueblo y las diversas purgas políticas llevadas a cabo contra todos aquellos a los que consideraban enemigos del Estado. A este respecto es muy significativo el caso del maestro de ballet (que  diferencia entre arte y política) y es apresado por ello

La película también se detiene en la fascinación que experimentó Li Cunxin cuando llegó a un país capitalista así como en el dilema moral que se le planteó cuando decidió desertar y no regresar a su país natal. 

A pesar de que El último bailarín de Mao es un drama que puede agradar a cualquier espectador,  resulta una cita obligada para los aficionados al ballet, porque contemplarán números de danza de una técnica asombrosa, donde los bailarines parece que vuelan. Nada extraño si tenemos en cuenta que el protagonista está encarnado por Chi Cao, primer bailarín del  Birmingham Royal Ballet.

Para: Los aficionado al buen cine