El problema es que la impugnación aceptada no anula la devolución de los 1.500 millones de euros

 

Por su parte, en el Ministerio de Industria esperan que el nuevo núcleo de poder argelino sea más flexible. Sebastián, un ministro en retirada, dispuesto a prestar su último servicio a la patria.
El Tribunal Federal suizo es el homólogo de nuestro Tribunal Supremo, que entiende en materia de arbitraje. Un mes atrás, dictaminaba a favor de Argelia en el conflicto por el precio del gas que el país magrebí proporciona a España. Esa sentencia, a Gas Natural Fenosa (GNF) le supone 1.500 millones de euros y le ha afectado en su cotización en bolsa. Tanto, que la propia empresa intenta convencer al Gobierno Zapatero de que modifique su política gasística en el sentido de que se reduzca la dependencia del gasoducto del Magreb y se aumente el aprovisionamiento por gas líquido, que no en vano España posee el mayor parque de panas regasificadoras de Europa.

En cualquier caso, el pasado viernes el Tribunal Federal Suizo admitió el recurso presentado por GNF contra su decisión. Esa es la buena noticia: la mala es que la impugnación no retiene el pago de 1.500 millones de euros a la que GFN ha sido condenado.

Por su parte, en el Ministerio de Industria tiene esperanzas en que el vuelco en la política argelina, así como en el Ministerio de Energía y en la Presidencia de la empresa estatal Sonatrach, facilite la negociación entre ambos gobiernos. En otras palabras, que no suban el precio del gas que llega por el gasoducto un 30%.

El ministro de Industria y Energía, Miguel Sebastián, cada vez más marginado en el Ejecutivo y llamado a salir del Gobierno -no pinta nada en las grandes decisiones- quiere prestar el último servicio a la patria: se ha tomado muy en serio las negociaciones con los argelinos. Otra cosa es que el país magrebí quiera dulcificar sus condiciones cuando, por el momento, ha ganado en los tribunales.

En cualquier caso, la ocasión la pintan calva, porque el histórico ministro de Energía argelino, Chakib Jelil, el que comenzó el conflicto con España, ha sido cesado acusado de corrupción. El todopoderoso Jelil pretendía suceder al presidente Buteflika y a éste le molestaban sus ansias. Ahora, con una nueva nomenclatura en el Gobierno y en Sonatrach, el asunto puede resultar bien distinto.

Miriam Prat

miriam@hispanidad.com