Se acordarán de que el ministro Moratinos había decidido reformar las pruebas de acceso a la carrera diplomática, pasando de un modelo nemotécnico a un modelo supuestamente más abierto. Se valorarían más las actitudes que los conocimientos. O sea, una señora patada a la tradición diplomática y a la seguridad jurídica, porque cuando Moratinos tomó la decisión había cientos de diplomáticos en potencia que habían invertido miles de horas en memorizar el temario.

Pues bien, de aquello nada de nada, gracias a Dios. Las preguntas del examen del pasado sábado versaron sobre los Reyes Católicos, Carlos I y Felipe II. O sea, historia de España en sentido puro. Porque no está mal que nuestros representantes en el exterior sepan de dónde viene esta gran nación española. Pero aquí no acaba la cosa. La pregunta de desarrollo era la siguiente: ¿Puede Rusia presidir el Consejo de Europa violando persistentemente los derechos humanos?, una pregunta que podríamos calificar de políticamente poco correcta, e incluso lejana de las posiciones mantenidas desde Exteriores. No obstante, los examinandos respiran tranquilos porque el examen ha sido razonable y sensato. Eso sí, muy diferente a lo planificado por Moratinos. Y es que hay quien sólo acierta cuando corrige.