Los inmigrantes en España ya suman 3,7 millones, que hacen el 8,5% de una población de 44 millones de habitantes (el crecimiento de la población española es igual al incremento de la inmigración, dado que el país rondaba el crecimiento cero entre 1995 y 2000). Los demógrafos clásicos advertían que a partir del 10% podrían comenzar las tensiones raciales, pero el problema no es de porcentajes, sino de ritmo y de características de esa migración. España ya iguala a Francia y se aproxima a Alemania en número de inmigrantes, pero es que en el caso español el fenómeno ha sido raudo, y se ha disparado en poco menos de un siglo.

Por otra parte, la inmigración española no se ha canalizado, como en Francia y Reino Unido a través e las antiguas colonias, lo que favorecía la integración rápida y con conocimiento del idioma. Así, hoy en el Reino Unido hay un altísimo porcentaje de ciudadanos nacionalizados británicos de origen indio o africano, y lo mismo ocurre en Francia con argelinos, marroquíes o franceses cuyo origen son las antiguas colonias del Golfo de África. En España, sin embargo, no se ha discriminado (ni con el PP ni con le PSOE), positivamente a los iberoamericanos, que no tiene ningún problema ni lingüístico ni religioso para integrarse. Así, el porcentaje mayoritario es el marroquí, muy remiso a aceptar la cultura y la forma de vivir españolas, causante de muchas de las faltas de respeto a la mujer española. Tras los marroquíes, el segundo contingente es el ecuatoriano, al que no se ha favorecido en absoluto. En tercer lugar, tampoco figura otro país hispano, sino Rumania.

En cualquier caso, el responsable de Trabajo, Jesús Caldera, y su secretaria de Estado, Consuelo Rumí, insisten en que la política del Gobierno socialista no cambiará: inmigración es igual a trabajo. La integración se realiza por el trabajo y la concesión de nacionalidad prosigue por sus cauces tradicionales. Un aprueba de que los trabajadores marroquíes no se integran en España es que son poquísimos los que solicitan la nacionalidad española.

Cuando menos, con esta política habrá que mejorar la inspección laboral.