Y eso, a pesar de que el acuerdo se tomó el pasado día 31 de agosto, como ya adelantara Hispanidad. La verdad es que Merkel ofreció a cambio algo tan difícil como que una empresa española pueda opar a las grandes alemanas y también ofreció una mayor consideración a Zapatero en el escenario internacional, que buena falta le hace. El Gobierno español ni tan siquiera puso sobre la mesa el caso SEAT, que los alemanes de Volkswagen consideran prescindibles. Mientras, los alemanes se rebelan contra la obsesión anti-Pizarro de ZP: Recuerdan a La Moncloa que el actual equipo de Endesa aún debe retirar las demandas judiciales y que Pizarro insiste en que E.ON debe subir su oferta. Para más pitorreo, Montilla insiste, aunque sabe que es falso, que E.ON todavía no ha ganado y, en mitad del ridículo, Maite Costa no dimite

La mañana del jueves ha roto todas las barreras el cinismo acerca de la OPA de la alemana E.ON sobre la española Endesa. Estamos en el tinglado de la antigua farsa, aunque los actores del drama no aspiran al Oscar, ni tan siquiera a un Goya. Veamos:

A mediodía de este jueves comparecía ante el Foro de la Nueva Economía el Comisario de Asuntos Económicos, Joaquín Almunia. Antes de comenzar el almuerzo, Almunia hacía referencia a la controvertida OPA de E.ON sobre Endesa. Almunia ratificaba que la Comisión ha recibido comunicación oficial por parte del Gobierno español en Bruselas y que la estudiará de acuerdo a la legislación comunitaria. No tenemos constancia de acuerdo entre gobiernos, aunque valoramos positivamente el buen entendimiento entre empresas, señaló. No le constará, pero el ex ministro de Economía Carlos Solchaga, el principal negociador por parte del Gobierno española en la OPA, se encontraba presente en el almuerzo. Además, Almunia reiteró que la resolución se hará de acuerdo a la legislación comunitaria, como en otras muchas opas que están encima de la mesa. Almunia señala en tono muy institucional que la Comisión no hace sino cumplir con sus responsabilidades y competencias.

Como adelantara Hispanidad, el acuerdo Merkel-Zapatero, ciertamente ilegal desde el punto de vista comunitario, se había sellado telefónicamente durante la conversación mantenida el pasado jueves 31 por ambos mandatarios. ZP cedió en todo ante la canciller, pero en público habló de un final feliz. Desde luego, para los alemanes lo es. Lo que ha venido sucediendo en estos 14 días no ha sido otra cosa que la concreción del acuerdo. Así, Solbes habló de modificar el dictamen de la Comisión Nacional de la Energía (CNE) y su equipo declaró que se atenderían las peticiones, tanto de E.ON como de Bruselas, más lógicas. En otras palabras, E.ON gestionará Endesa, probablemente toda entera, incluidas las centrales nucleares, y sin tener que vender activos: victoria total. Y ZP demostró lo buen negociador que era: a cambio de su rendición sólo recibió del Merkel promesas vagas sobre el apoyo de Berlín a hipotéticas opas españolas sobre empresas alemanas, opas que sabe muy difíciles de cumplir. Al mismo tiempo, Merkel le pasó la mano por el lomo al Presidente del Gobierno español, lo que era tanto como prometerle lo que más anhela: que se le considere en la escena internacional. El español demostró sus grandes dotes negociadoras cuando, a pesar de haber entregado Endesa a los alemanes, ni tan siquiera puso sobre la mesa el caso SEAT, amenazado de cierre paulatino por Volkswagen, en calidad de contrapartida.

Y ahí comienza la farsa. Todos saben que existe el acuerdo, incluso los pormenores del mismo, pero en público lo niegan abiertamente, por cuanto ni el gobierno español ni el alemán son quienes para entrometerse en una OPA entre empresas. De ahí la mentira burocrática de Almunia advirtiendo que no le consta un acuerdo entre Zapatero y Merkel. Pues si no le consta es que no se entera de nada.

Pero la farsa va más allá. Zapatero no le exige nada a Merkel, pero sí hace llegar a E.ON su deseo de que fulminen al presidente de Endesa, Manuel Pizarro, una vez controlen la eléctrica. Como decíamos en nuestra edición anterior, para Zapatero, Pizarro no es más que un facha. Y aquí ya el drama comienza a ser ópera bufa, porque son los alemanes de E.ON, con Wulf Bernotat a la cabeza, quienes por nada del mundo desean prescindir de Pizarro. La empresa de Düsseldorf recuerda al ejecutivo español varios detalles: el proceso está encallado en la vía judicial, y es el Consejo de Administración de Endesa quien puede abrir la puerta. Por otra parte, no conviene acosar a la fiera, porque Pizarro ha dejado claro que la oferta de E.ON le parece escasa y que entre las tres posibilidades abiertas OPA de GN, OPA de E.ON o quedarse como están- su consejo a los accionistas es la última. Es decir, que a un presidente español le está defendiendo un directivo alemán en contra de las pretensiones del gobierno español. Y átenme esa mosca por el rabo. En Berlín no entienden el cainismo español ni el espíritu guerracivilista de ZP.

Pero si la mañana terminaba en esperpento, a nadie podía extrañar, pues había comenzado de igual forma. Para sorprendentes, las declaraciones del ex ministro de Industria, Josep Montilla, en los desayunos informativos organizados por Europa Press en la mañana de este mismo jueves de sainete. Montilla consideraba que en el caso Endesa todavía no se ha producido el final y no me gusta especular; me dedico a la política, no a la quiromancia, señala. ¿Pero no es verdad que Zapatero ha pactado con Merkel la entrada de E.ON a cambio de fulminar a Pizarro? ¿Será que el ex ministro está tratando de que Gas Natural resucite la operación? No en vano, el consejero delegado de GN, Rafael Villaseca, se encontraba en la sala, por supuesto, silente. Y además, Montilla cree que es una obligación de un político apoyar a las empresas. Sin dirigismo, pero el político que no lo haga, mal defiende a su país.

Y más: Montilla aclara que el Gobierno ha informado a Bruselas sobre la posibilidad de reformar algunos aspectos del dictamen de la CNE; pero todavía no lo ha hecho. O sea, que el ex ministro dice que no ha sucedido lo que sabe que va a suceder. Y por si fuera poco, cuando se le pregunta sobre su actitud, responde: siempre he defendido lo que he creído que es mejor para España y los consumidores españoles. O sea, el veto de la operación alemana que todavía parece no dar por cerrado.

La anécdota de la jornada la protagonizó la presidenta de la CNE, Maite Costa, presente en la sala. Un periodista agarra el micrófono y pregunta a Montilla si es verdad que el Gobierno está dispuesto a echar marcha atrás a 18 de las 19 condiciones impuestas por la CNE y a Costa si se ha planteado la dimisión después de este varapalo y de las dudas sobre la independencia de los órganos reguladores.

Cachondeo en la sala. Ya ve Ud. que esto es la casa de tócame Roque, se le da a uno el micrófono y pregunta a otro que no es el invitado, pero qué le vamos a hacer; esto es así, señala el moderador, Ángel Expósito a Montilla en tono de guasa. Pero Costa no responde. Probablemente porque no ha llegado el final. Pero en algún momento deberá llegar. Y tendrá que decir algo. Y humillante parece un poco, tirando a bastante. E independencia parece poca tirando a ninguna.

Es igual, Costa prefiere el ridículo de la desautorización más absoluta antes que presentar la dimisión. Y es que en política nunca se debe presentar la dimisión, porque corres el riesgo de que te la acepten.