Otra cuestión. Otegui no sólo ha utilizado los medios informativos. También llamó al "lehendakari" Juan José Ibarreche y al presidente del Partido Nacionalista Vasco, Josu Jon Imaz, para decirles que no había sido ETA. Él sabrá de qué fuentes se nutre, pero parece mucha insistencia en mentir sabiendo que antes o después se va a conocer la verdad.

Recuerden el 11 de septiembre. Ben Laden no reivindicó el atentado contra las Torres Gemelas y el Pentágono, hasta después de que la Casa Blanca hubiera convencido al mundo de que él era el autor. Más que reivindicarlo, lo reconoció.

Por tanto, si Otegui insiste en que ETA no ha sido, a lo mejor hay que creerle. No porque confiemos en su palabra, sino porque, en este momento, tiene pocas razones para mentir. Y si realmente ha sido ETA, entonces la política antiterrorista se volverá mucho más dura y contundente, quieran o no quieran los políticos españoles: el pueblo les empujará a ello. En cualquier caso, lo más triste sería que el Gobierno mantuviera su obstinación en atribuir a ETA la autoría de la masacre y que más tarde, después del domingo electoral, se demostrara otra cosa.