Es como el sargento chusquero de cuando hacíamos el servicio militar. Así definía al caudillo venezolano Hugo Chávez un importante empresario español con intereses en la zona. Lo malo es que los sargentos chusqueros pueden resultar simpáticos para contar historietas de taberna, y como carne de imitadores. Ahora bien, cundo controlan el cuarto país productor de petróleo del mundo, y cuando pretenden imponer el nuevo socialismo del siglo XXI, el socialismo indigenista, una mezcla de filantropía de secta con capitalismo de Estado, es decir, neo-comunismo, el sargento puede empezar a resultar preocupante.

Chávez, además, como todo nuevo rico, es generoso a la horade expandir sus ideas fuera de su territorio. Su papel es el de financiador del nuevo socialismo, es decir, de la nueva tiranía. Ha sido un verdadero pulmón para Fidel Castro, pero también para lo peor del entorno Lula, para Kirchner (el argentino es como la luna: cuesta mucho encontrar su cara oculta, que al parecer es la buena), de la guerrilla colombiana, de los sindicalistas y cocaleros bolivianos o para los movimientos insurgentes de Ecuador y Perú. Ojo, cuando habló de insurgencia en Perú o Ecuador o piensen en guerrilleros: piensen en generales y políticos golpistas, sólo que, en el siglo XXI, toca ser de izquierdas.

Con dinero se puede cambiar regímenes en Iberoamérica, no en Europa. En Europa, con dinero sólo se pueden cambiar políticos. Por ejemplo, el sargento chusquero venezolano -lo comprobaremos en la próxima Cumbre Iberoamericana de Salamanca, se admiten apuestas- tiene bien agarrado al Gobierno español, a través de su inefable ministro de Defensa, José Bono, por el bolsillo, remedando el viejo dicho de Lyndon Johnson. Atrápales por los testículos y tendrás sus cabezas y sus corazones. Aquí somos mucho más finos: atrapamos el bolsillo, un apartado menos carnal e incuso puede que más civilizado.

Leo en la genial agencia Zenit que un delegado de la genial organización Ayuda a la Iglesia Necesitada, aquella que fundara el genial Padre Tocino, ha visitado Venezuela, el país hispano donde la Iglesia tiene más predicamento entre los fieles, por lo que Chávez se cuida muy mucho de atacarla, y ha optado por conquistarla. En efecto, Chávez no ha creado un gulag para los curas, se conforma con el también más civilizado método de crear una iglesia paralela, donde el dios es él, el diablo es Bush y el objetivo moral consiste, naturalmente en beneficiar a los pobres. No sé que harían los extremistas, sean marxistas o fascistas, sin la excusa de la pobreza.

Norbert Neuhaus que así se llama el representante de AIN que ha elaborado un informe sobre Venezuela para la Santa Sede, afirma que Chávez está propagando una ideología incompatible, no ya con la doctrina católica, sino con la doctrina social de la Iglesia. Pero como diría un castizo sin que se note; o como diría el hijo del mafioso, que parezca un accidente. En sus propias palabras: En la actualidad, no se da una persecución de la Iglesia en sentido estricto, pero el Gobierno está difundiendo una ideología --el socialismo del siglo XXI--, que no es compatible con la Doctrina Social de la Iglesia.

El marxismo se fue de rositas por la historia, porque su incongruencia interna le llevó a la destrucción en 1989. Ahora rebrota con una nueva forma: ya no quiere aniquilar a la Iglesia de Cristo, lo que quiere es conquistarla. Y eso lo sabe hasta el sargento chusquero Hugo Chávez.

Eulogio López