Este chico, el Papa Francisco, no acaba de funcionar para la progresía. Su primera exhortación apostólica, la Alegría del Evangelio, no ha caído bien entre la progresía mediática.

Exhortación que comienza con esta espléndida declaración sobre la alegría de los hijos de Dios: "Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y per­manente. Muchos caen en él y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. Ésa no es la opción de una vida digna y plena, ése no es el deseo de Dios para nosotros". Pero no necesito aclararles que eso interesa poco.

En cualquier caso, hasta ahí se puede aceptar. Basta con no recogerlo en las crónicas informativas. La alegría del cristiano no es de interés periodístico. Es más, su mención resulta peligrosa: cualquier despistado podría pensar que el amor a Dios proporciona la realización que todo hombre anhela. Incluso alguno podría caer en la herejía de convertirse.

Pero lo peor viene ahora. Asegura el pontífice que los de la Iglesia, es decir, todos y cada uno de los católicos, no podemos cambiar de opinión sobre el aborto. E incluso -feroz provocación- recoge aquellas palabras de Juan Pablo II, que definía el aborto como la eliminación del ser "más inocente y más indefenso".

Amoscado el progre-periodista con tamaña andanada, el progresista entra en la manipulación directa. Así, 'acusan' al Papa de negar el sacerdocio femenino. Sí es cierto que el Pontífice lo niega, pero no en esta exhortación. De hecho, lo que dice es que la mujer debe tener más poder en los cargos eclesiales donde se toman decisiones. Pero no cuela, noooooooo.

La progresía ya entiende, aunque no comprenda, que el sacerdote no tiene poder (y si lo tiene, es mal sacerdote). El sacerdote no es un cargo sino una carga. Es un intermediario de la Gracia de Dios, ese elemento que, junto a la libertad humana, pergeñan la historia de la raza humana desde Eva y Adán (las señoras primero). Pero en los cargos de poder sí que deben entrar las mujeres, porque saben ejercer el poder igual que el varón.

Con ese corazón en la mano que es el actual pontífice, Francisco también se refirió a los sacramentos, que deben estar abiertos a cuanta más gente mejor. Conclusión progre-mediática: "el Papa abre la puerta a la comunión de los divorciados arrejuntados". Pues no ha dicho eso pero algunos practican el periodismo verosímil: si parece verdad puede hacerlo pasar por verdad aunque sea más falso que un billete de treinta euros.      

Solución: háganme caso. No lean los resúmenes periodísticos de su primera exhortación apostólica. No es larga, es perfectamente inteligible y con la profunda sencillez de la poesía. Es decir, que cualquiera puede entenderla, comprenderla y disfrutarla. Léanla, sin intermediarios, y manden a freír espárragos a quienes pretenden secuestrar al Papa. A costa de manipular sus palabras que es la única forma de secuestrar a un Papa. Secuestrar su mensaje.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com