Cómo manipular científicamente y esconder los miedos de la humanidad.

La transmisión del saber científico está adulterada, no en sus métodos, pero sí en sus causas o en sus efectos. Es decir que con presupuestos científicos puede manipularse una noticia a conciencia.

Por ejemplo, me comenta un amigo astrónomo que todos sus colegas saben que el motivo principal aunque hubiera otros secundarios- de la misión Deep Impact, o lanzamiento de un proyectil del tamaño de una lavadora a 37.000 kilómetros por hora contra el cometa Tempel 1 (desconocía que los cometas estaban numerados como los socios del Real Madrid).

La NASA apuntó bien y el proyectil alcanzó el cometa, produjo el deseado cráter y lanzó la deseada materia de polvo cósmico al espacio hasta una distancia de 1.800 kilómetros. Ahora bien, la NASA, y detrás de ella todo el sistema mediático, ha convertido el titular en subtítulo y el subtítulo en titular. El titular es que de esta forma se podrá analizar la formación del sistema solar, así como su composición, pero mi amigo advierte que existen otros métodos menos sofisticados que la agresión a un cometa para investigar tan científicas cuestiones.

No, al parecer lo que la NASA pretende como objetivo primero, que, insisto, no excluye los segundos o terceros, es calibrar la defensa posible ante una agresión estelar. No sé si son más numerosos los astrofísicos que consideran que la mayor amenaza que pende sobre el planeta es el impacto de un meteorito o los apocalípticos que piensa exactamente lo mismo. No otorgo mi confianza plena ni a unos ni a otros, pero la NASA se toma en serio a ambos, y está convencida de que el impacto de un cuerpo celeste convertiría el tsunami del Índico en un problema menor. Y los videntes afirman que el Juicio de las Naciones (no confundir con el fin del Mundo, please) no está lejano en el tiempo y que la fiesta comenzará, precisamente, con un impacto estelar. Lo que ocurre es que la NASA no está dispuesta a asustar a la población más de lo debido ni asustarse a sí mismo más de lo psíquicamente aconsejable.

Es decir que según mi amigo el astrónomo el objetivo principal de la NASA consiste en prácticas de tiro para el futuro, antes que análisis de polvo estelar. Al parecer, a la Nasa no le interesa tanto el de dónde venimos como el adónde vamos. La carga en vida contra el cometa Tempel 1 no llevaba carga explosiva, pero los científicos de la NASA ya han advertido que utilizarán la nave nodriza empleada ahora, si ello fuera posible, para seguir practicando el tiro al banco con meteoros, meteoritos, cometas y otras malas piedras. Quieren saber si un artefacto, explosivo o no, lanzado por el hombre puede desviar la trayectoria de un objetivo inanimado peor asesino que se aproxime a nuestra amada Tierra.

Para guardar la debida discreción, han empelado el mismo estilo de los funcionarios ingleses, cuando entregan a sus ministros, los políticos, las famosas cajas rojas: un montón de documentos, informes y dosieres, la mayoría de ellos prescindibles, que envuelven alguna medida realmente importante. El buen ministro es el que sabe encontrar la propuesta relevante entre el mar de hojarasca. Porque la NASA no ha negado que el deep impact tenga como objetivo la defensa de la humanidad frente a los cuerpos celestes en ruta, pero lo ha ocultado en el subtítulo. Nadie podrá acusarle de no haberlo dicho.

En el fondo, se han portado como el Banco Popular, el más transparente de España, que sigue la misma regla de los funcionarios de Whithall y de los científicos de la NASA: ¿Cómo esconder un elefante en la Quinta Avenida? Llenando la Quinta Avenida de elefantes. ¿Cómo guardar un secreto? Enterrándolo en información.

Eulogio López