El príncipe Alois de Liechtenstein ya ha dejado claro que se niega a firmar la ley de aborto en el pequeño principado centroeuropeo.Es posible que el proyecto no salga adelante, pero, por si acaso, el ya ha hecho pública su advertencia.

Comprendo que al Nuevo Orden Mundial (NOM) le importa más la imposición del aborto en Hispanoamérica que en un pequeño principado, pero también le molesta lo suyo. Quiere un mapamundi abortero. No lo duden, presionará que para que el monarca -todavía no lo es, pero ya ha sustituido a su padre, Hans Adam II, como censor de leyes- sea expuesto a público ridículo, como antidemocrático, autoritario y, probablemente, medieval e inquisidor.

Al parecer, el príncipe Alois, considera que un monarca no es una mano que firma sino un cerebro que piensa y un corazón que siente (sí ya sé que el cerebro no piensa ni el corazón siente, pero no me lo pongan difícil, caramba). Porque si un monarca parlamentario es un mero instrumento firmador, sin conciencia ni consciencia, es decir, sin convicciones, si no es, en suma, un referente moral para la sociedad, entonces la monarquía ha dejado de tener validez alguna en la sociedad moderna: los republicanos se cargarían de razón.

En su tiempo, Hispanidad participó en una campaña lanzada por Alex Rosal y la editorial Libros Libres con el lema "Majestad no firme". Se refería al rey de España, Juan Carlos I, quien acabó firmando la Ley Aído que perpetuaba la matanza de neonatos en España al tiempo que elevaba el aborto al nivel de derecho humano.

Y es que todas las comparaciones son siempre odiosas, ciertamente, pero tremendamente esclarecedoras, oh sí.

Eulogio López

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