Sr. Director:
Me parecen muy ilustrativos sus comentarios sobre la muerte de Saramago. Sólo  quisiera hacerle notar una cosa: son igual de grandes la misericordia de Dios como su justicia. Y debemos desear para todos la salvación, pero no es tan "cómoda" como parece.

 

Decía San Agustín, citando una frase de los libros Sapienciales, que "del lado del que está inclinado el árbol de ese habitualmente cae". Y Cristo Jesús nos avisa del terrible pecado del escándalo del que no ha quedado incólume el fallecido.

Hace ya bastantes años, subiendo hacia la Laguna Negra, en Soria, pasé por un pueblo con una bonita Iglesia que tenía grabado en su frontispicio  -y bien grande por cierto- esta inscripción: "El que vivir sin Dios quiere, sin Dios vive y sin Dios muere". Y finalmente, citando a San Pablo en su epístola a los Colosenses: "... no os engañéis, con Dios no se juega, lo que uno siembre eso recogerá".

Cito todo esto, sin hacer un juicio definitivo que obviamente corresponde a Dios mismo, porque está muy de moda entre los "cristofobos" y los cristianos débiles pensar que todo da igual y que al final da lo mismo  lo que uno haya hecho. No es así: Dios es Dios en su misericordia y en su justicia. Y la Misericordia siempre la aplica, pero a aquel que la pide. Que Dios se apiade de todos, porque el Cielo y el Infierno efectivamente existen.

Eduardo Pérez