El Partido Popular, cada vez más perdido en el limbo de la oposición, ha recibido hoy su primera alegría, que no es otra cosa que el mal ajeno : el de la división en el PSOE. Si a finales de la pasada semana Alfonso Guerra advertía que ninguna nación puede subsistir si renuncia a su soberanía, y presagiaba que el nuevo Estatuto catalán no sería aprobado, hoy le ha respondido el ministro de Industria, José Montilla, máximo responsable del poder catalán en el Gobierno y en el PSOE. Montilla contradice a su correligionario, el ex vicepresidente, para advertir que calificar a Cataluña como nación en nada perjudica la unidad de España, ni supone una renuncia de soberanía.

La división está servida.