Cualquier operador de telecomunicaciones que quiera ofrecer a sus clientes banda ancha por ADSL deberá comprarle a Telefónica parte de su red a un precio de 22,3 euros mensuales, la llamada tarifa mayorista. Recuérdese que Telefónica cobra al abonado, por el ADSL mínimo, 40 euros mensuales. La diferencia entre esas dos cifras es la que marca todo el negocio de banda ancha en España. Ahora bien, Telefónica intentó a la vuelta del verano ofrecer tarifa plana, desde las 20 horas a las 8 de la mañana, a un precio de 10 euros al mes. La Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) se negó a aceptarlo por considerar que atentaba contra la libre competencia, dado que ese precio se situaba por debajo de la tarifa mayorista.

Ello provocó un gran enfado del ministro de Telecomunicaciones, José Montilla, quien llamó al presidente de la CMT, Carlos Bustelo, para pedirle explicaciones. Según Bustelo, fueron los miembros nombrados a representación del Partido Popular quienes vetaron a Telefónica. Al parecer, todos los nombrados por el PP menos Carlos Bustelo. 

Esta es la clave del futuro de la banda ancha en España, conocida como sociedad de la información: el precio del ADSL y las condiciones en las que se ofrecerá el servicio. De hecho, lo que más preocupa a las asociaciones de consumidores, a día de hoy, es que se empiece a cobrar, no por horas, sino por cantidad de información transferida, dado que eso elevaría tremendamente el coste para el usuario final.