No es la primera vez que el PSC utiliza el sentimiento 'anti-popular' en sus slogans electorales. Desde que en 1993 el PSOE utilizara el doberman para sembrar el miedo entre los votantes y movilizar el voto socialista, han sido tres o cuatro ocasiones en las que el PSC ha utilizado la misma estrategia.

¿Por qué? Los socialistas saben que para que el voto de los 'charnegos' andaluces se movilice es necesario recurrir a los sentimientos más atávicos. Y entre estos se encuentra el odio furibundo a todo lo que suene 'derechona'. La fórmula funciona, especialmente entre los inmigrantes andaluces en Cataluña que cuando votan, lo hacen mayoritariamente socialista en una proporción que no existe en ningún otro grupo social catalán.

Y si funciona, mejor no cambiar. Lo que pasa es que la fórmula tiene varios inconvenientes. En primer lugar, parecen desconocer que ERC también votará que 'no' y resulta difícil encajar el 'no' republicano entre los que atacan a Cataluña. En segundo lugar, el PP ya no esté en el poder y es posible que el impacto y el efecto de movilización sea muy menor. Y sobre todo, quebrar las normas de convivencia democrática demonizando a una fuerza parlamentaria con un peso social relevante es la mejor forma de impedir la sana convivencia democrática entre adversarios políticos. ¿O son enemigos?