A todos los mequetrefes que calificando nazi a Benedito XVI, algunos muy sesudos analistas o reputados intelectuales, convine recordares un episodio poco conocido de su adolescencia, uno de los que, según propia confesión, marcó la personalidad de Joseph Ratzinger. Sucedió en 1940, en el cénit del poderío nazi.

Hay que reconocer que en su bestialidad, los nazis eran más sinceros que algunos modernos abortistas. Ellos practicaban el aborto eugenésico sí, pero también la eugenesia, en su sentido primigenio. Y resultó que el joven Joseph contaba entre sus familiares con un primo disminuido mental. Tenía catorce año y era un poco menor que yo. Era fuerte y mostraba los típicos síntomas del síndrome de Down. Despertaba simpatía por la sencillez de su inteligencia y su madre, que ya había perdido una hija de muerte prematura, le tenía un gran cariño. Pero en 1941 se ordenó, por parte de las autoridades del III Reich, que debía ser internado para recibir una mejor asistencia No teníamos noticia de la campaña de eliminación de disminuidos mentales que había empezado desde finales de los años 30 Después de un tiempo llegó la noticia de que el niño había muerto de pulmonía y que su cuerpo había sido incinerado. A partir de ese momento se multiplicaron las noticias de ese tipo. (Joseph Ratzinger, una biografía. Pablo Blanco. Editorial EUNSA).

No sé por qué se enfada la progresía cuando se comparan aborto y nazismo. En ambos regímenes sobran los débiles y lo que mas molesta al homicida siempre es el cadáver. El primo de Joseph murió de una pulmonía y fue incinerado. ¿Dónde están los cadáveres de las clínicas abortistas? ¿Dónde los cadáveres de los 80.000 niños abortados en España cada año?

Toda la historia moderna se condensa en el primo retrasado de Joseph Ratzinger.

Eulogio López