"Donde dije digo, digo Diego". La semana pasada, el candidato popular, Mariano Rajoy, anunciaba su voluntad de formar gobierno con los catalanistas moderados, "aunque no los necesitara". Forma parte de la estrategia iniciada por José María Aznar de integrar a los convergentes en el Gobierno de Madrid para anestesiar sus críticas. El entonces "molt honorable", Jordi Pujol rechazó la oferta. Resultaba más rentable políticamente mantener la "cuota catalana" por debajo de la mesa, mientras que en la escena pública se tensaba la cuerda. 

Pero héte aquí que tras 23 años en el Gobierno catalán CiU pasa a la fría oposición. Y es entonces cuando el cabeza de cartel de la coalición nacionalista catalana, Josep Antoni Duran i Lleida, ofrece su mano tendida para integrarse en el equipo que tuviese la responsabilidad de Gobierno. Al fin y al cabo, gobernar en Madrid es el verdadero deseo del catalanismo de CiU. Rajoy recoge la oferta y la asume como un compromiso mutuo. A ninguno le ha ido bien. Todas las encuestas apuntan a ligeros recortes de intención electoral para el PP y descalabro para CiU. Y es que vender en Barcelona la voluntad de gobernar en Madrid no resulta muy atractivo. 

En CiU están muy asustados porque, además de haber desalojado la Plaza de Sant Jaume, podrían recortar posiciones seriamente en la Carrera de San Jerónimo. Además, el mensaje de la voluntad "marianista" de conformar un Gobierno "monocolor" ha modificado la relación entre populares y catalanistas. Así que el discurso de Durán i Lleida ha tornado 180 grados: no formaremos gobierno con Madrid y no nos creemos las encuestas. Ya saben, cuando las encuestas van mal, la única encuesta válida es la de las urnas... 

El 'desnorte' de CiU de la oposición resulta patente. Por una parte deben de vender "estabilidad" y "seny", y afirman que garantizarán la estabilidad institucional. Pero, por otra parte, deben de maximizar el catalanismo que se les está escapando hacia Esquerra a borbotones. Un encaje de bolillos complejísimo, consecuencia de una política nacionalista. Cría cuervos... 

Por su parte, el giro de Mariano Rajoy también resulta digno de estudio. Su reciente estrategia de "dar estopa al PSOE" anula la posibilidad de hablar de pactos postelectorales con los nacionalistas moderados. Adiós a la transición tranquila y al "estilo Rajoy", "leña al mono hasta que hable inglés". Frente a la estrategia del puro, ha ganado Carlos Aragonés que exigía "caña" al PSOE en el Comité Ejecutivo. Y ha ganado también el mismo Aznar que ya advirtió que si no se sale a ganar es posible acabar en empate. Menos mal que hablaba catalán en la intimidad...