Parece claro que el PP se suma a la convocatoria de Foro Español de la Familia para el 18-J por conveniencia política. La casualidad a la que aludía la vicepresidenta De la Vega el pasado viernes es real: el PP calienta el mes de junio antes de las elecciones gallegas. Si le sale bien, sabrá que su estrategia es la tensión. Pero si Fraga no alcanza la mayoría absoluta, la autoridad de Rajoy quedará en entredicho y el modelo de oposición, también.

El Secretario General del PP, Ángel Acebes, afirma que acudirá oficialmente a la manifestación porque encaja en su programa electoral. Veamos. El PP ha mantenido una postura ambigua en relación al matrimonio gay. Apoya la equiparación, pero no el nombre, tal y como defendió el presidente de Baleares, Jaume Matas. Además, fue el mismo PP quien propuso en su programa electoral una reforma legislativa que avanzara en el proceso de igualación. Es verdad que sin adopción, pero el camino es sólo empezar.

Además, la marcha del 18-J se organiza en favor del matrimonio y el PP se ha abstenido en la votación del divorcio express, salvo honrosas excepciones como Jorge Fernández Díaz y Federico Trillo. Es decir, no será fácil convencer a los manifestantes de que el PP tiene un discurso diáfano en favor de la familia.

Pero es que además, el manifiesto de la manifestación del 18-J contiene un punto de derecho a la vida. Y aunque los gobiernos del PP frenaron los intentos de ampliar los actuales tres supuestos despenalizadores del aborto, la realidad es que la práctica del aborto creció exponencialmente durante los gobiernos del PP.

No me parece mal que el PP acuda a la manifestación del 18-J. Pero sí me parece criticable que no sea coherente con sus decisiones. Y desde luego, a partir de la fecha, tanto el Foro Español de la Familia como la masa sociológica que lo sustenta, le exigirá a los populares una postura más coherente y abierta en la defensa de la familia, el matrimonio y la infancia.

Sumarse al carro cuando la previsión apunta a una asistencia mínima de 250.000 personas es fácil. Lo difícil es ser coherente con los principios fundacionales. Pero los estatutos están ahí. Y el PP sigue defendiendo el humanismo cristiano.

Al menos, de momento. Hasta que algún centrorreformista zaplanero decida que aquello es una antigualla anacrónica. Pero, de momento, los principios son los principios. Y respetarlos no estaría de más. Sobre todo porque muchos aspiramos a que la política sea algo más que una mera tecnocracia gerencial. Porque el hombre es un animal económico, pero no sólo económico. Ni siquiera principalmente económico. Do you understand Mr. Rajoy?

Luis Losada Pescador