El gran dilema de la enseñanza es a quién le otorgamos la batuta de la educación de nuestros hijos: al Estado, a los profesores o a los padres.

Las huelgas de los sindicatos de la enseñanza pública en Madrid o Galicia tienen su aquel: no protestan contra una bajada de sus salarios, pues no existe tal bajada, sino por un aumento de las horas de trabajo para unos señores que tienen su puesto asegurado (y con la entrada para nuevos aspirantes jóvenes totalmente bloqueada, dicho sea de paso). En definitiva, Madrid y Galicia les piden que trabajen más, siendo que trabajan mucho menos que sus colegas de la enseñanza privada. En tiempos de crisis, se debe luchar por el salario, pero hay que aceptar trabajar más horas.

Pero es que hay más. Los recortes no afectan a los profesores de la concertada por la sencilla la razón de que ya cobran menos y trabajan más horas. No sólo eso: cuando se promulgó el recorte de los salarios de los funcionarios, en mayo de 2010 (justo un año después surgió el 15-M) los malpagados trabajadores de la privada también vieron recortado su salario... ya inferior al de los profesores de la pública.

El dilema falso es el de enseñanza pública frente a enseñanza privada. Que no, que el poder educativo no lo debe tener ni el Estado ni los sindicatos, ni tampoco los profesores, sean de la escuela estatal, de la concertada o de la privada: el poder lo deben tener los padres, en representación de sus hijos, mientras éstos sean menores de edad.

¿Debe financiarlo el Estado? Por supuesto, porque la educación es un derecho -no hablo de la enseñanza superior, que eso no es ni un derecho ni un deber, sino un gozoso privilegio- pero eso no le convierte en educador. Sería tanto como decir que, dado que el Estado paga a las fuerzas del orden y a los jueces, aquéllas y éstos pueden ensañarse con los ciudadanos.

No, la solución al enigma sigue siendo el cheque escolar: que el Estado provea de un bono que cubra el coste total escolar y que ese bono se ofrezca a los padres para que estos decidan dónde llevan a sus hijos, independientemente de que el centro sea público o privado. Eso es libertad de enseñanza y eso es, en resumen, el derecho fundamental de los padres a educar a sus hijos como decidan. ¿Y por qué tienen ese derecho? Pues porque los padres son los que quieren a sus hijos, el Estado no, los empresarios, tampoco.

El sistema del concierto tampoco me gusta. Al final, consiste en otorgarle el poder a los empresarios... que tiene tan nulo derecho a educar los niños como los padres. ¿Y los profesores? Tampoco. El educador es un técnico que aplica lo principios que marcan los padres, de la misma manea que los técnicos de Hacienda aplican el programa del partido político que gana las elecciones.

¿Por qué los sindicatos tienen tanto miedo al cheque escolar? Pues porque los padres saben lo que les conviene a sus hijos y los centros escolares públicos se quedarían vacíos y los profes públicos, ésos que cobran más que los privados, se quedarían sin trabajo o se verían obligados a ponerse las pilas.

¿Que el bono escolar es de difícil aplicación? Sí, todos los cambios lo son, especialmente los que apuntan a la libertad y a la justicia. También costó aplicar el impuesto sobre la renta, especialmente su progresividad. Sucede que cuanto más homologas los tipos del gravamen más injusto lo haces, porque estás igualando a ricos y pobres.

El paso al cheque escolar no lo ha dado ni el PSOE, que vive de sus sindicatos, ni el PP, que es cobarde. Por eso ese ministro de Educación tan mentiroso que es Ángel Gabilondo, puede defender la barbaridad de que es el Estado quien debe educar a los niños y por eso, ahora, asegura, que los recortes no deben aplicarse en educación. Que no, que no son recortes, ministro, que es hacerles trabajar más de lo poco que trabajan a los profes públicos. Si no todos, al menos la generalidad.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com