El hombre de consenso sigue siendo Luis de Guindos. En Génova no comprenden el suicidio de Aguirre con un personaje tan controvertido como su vicepresidente. Mientras, Tengo un cabezonada no se resigna a dejar de fastidiar

Tengo una cabezonada, le llaman ahora al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, pero él, inasequible al desaliento termitero, continúa estirando la renovación de Caja Madrid. Él y la presidenta pepera Esperanza Aguirre, que se empeña en que sea su vicepresidente, Ignacio González, quien presida la caja.

Algo que no comprenden en Génova, donde aseguran a Hispanidad que sería un suicido. González es un personaje controvertido, sin experiencia financiera, que Aguirre debería imponer a los demás. Es más, cuando el nombre ya está en todas las bocas. Nada menos que el Banco de España, el PP, es decir, el marianismo, y el PSOE, es decir Elena Salgado, que ahora es quien manda en este punto, aseguran que no aceptará a González, que haga lo que quiera pero que no habrá consenso.

Por contra el hombre que tanto populares como socialistas, y también MAFO, el gobernador del Banco de España, aceptarían es Luis de Guindos, un hombre que mantiene, además, buenas relaciones con Aguirre.

Y ojo, el relevo en Caja Madrid ya no sólo es importante: es urgente, porque la situación en la cuarta entidad financiera de España se deteriora por momentos.