Dolores de Cospedal, secretaria general del Partido Popular y presidenta de Castilla-La Mancha (en la imagen), tuvo una gran idea: suicidar políticos. Se dispone a reducir a la mitad el número de miembros del parlamento regional y de no pagar a los restantes. Y lo ha hecho con un gran argumento: no les pagará para que puedan dedicarse a su tarea profesional. Es decir, para que trabajen. No se sabe quién será más afortunado: si el que deja de ser diputado o el que permanece en la cámara.

Esto es, que la reforma más importante no la ha puesto en marcha ningún ministro del Reino de España sino una mujer de partido y de gobierno regional.

Si algo piensa Juan Español es que, a cambio de todos los sacrificios que le impone el Gobierno Rajoy, ellos, el Partido Popular, debería predicar con el ejemplo. Lo que quiere Juan Español es que haya gente que deje de vivir del cuento o imponiéndole normas, algo siempre molesto. Pues bien, resulta que ni el Gobierno ni el partido le han apoyado con el debido entusiasmo. A lo mejor es que hay muchos, en su propio partido, que no están dispuestos a pedir ni su cargo, ni mucho menos su sueldo.

El resto de partidos han reaccionado como era de esperar: no, primero que quite los asesores. Pero hombre, es que primero nace el cargo público y luego su asesores. Por cada político que suprimes, estás suprimiendo asesores, secretarias, informáticos y un cúmulo de gastos de teléfono, luz, inmuebles, etc., etc.

Otro sí: dedicarse a la política de forma gratuita intensifica el deseo de contribuir al bien común sin recibir contraprestación alguna por esa dedicación: ¿no es maravilloso?

Y encima es el tipo de medidas que si se cuidan obligan a los demás a predicar con el ejemplo. "Sólo verlo da grima", aseguraban los malvados de la Biblia al contemplar al hombre justo. Claro, como que les está recordando su propia podredumbre. Si la media se impone finalmente en La Mancha, y espero que Cospedal tenga el buen gusto de ampliarla con más reducciones de cargos públicos, se producirá un efecto dominó apasionante. Por vergüenza torera, la cosa terminará en la reducción de cargos políticos y entonces ya verán cómo disminuyen los gastos corrientes y cómo se produce un traspaso de poder y de dinero desde el sector público al privado.

Ningún riesgo de que España quede invertebrada. A España le sobra esqueleto, sufre de hipertrofia ósea. La terapia es el suicidio político.

Eulogio López

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