Todo esto sería muy divertido si no resultara horriblemente trágico. Gordon Brown se ha erigido en el líder de Occidente por seguir la estupenda máxima de que la banca no puede quebrar.

Una necedad interesada que todos los papanatas -la gente seria, rigurosa- repiten sin cesar sin preguntarse por qué. ¿Por qué te quedas sin ahorro? En primer lugar eso no es verdad y en segundo lugar si lo fuera sería un chantaje. ¿Por qué la banca constituye el sistema de pagos del país? ¿Y qué es un sistema de pagos?  

Ya en el colmo de la insensatez, oigo a privilegiadas cabezas, en concreto a un ex ministro Eduardo Serra, también ex presidente de UBS España, alegar que la banca es el sistema sanguíneo que proporciona sangre al tejido industrial. Ahora a exigir intereses le dicen donar sangre.

¿Pero es que nadie invierte con fondos propios? ¿Pero es que la banca que ha entrado en crisis ha sido porque sus clientes han retirado depósitos? ¿No quedamos en que la banca española no está en crisis y que, por tanto, tiene liquidez y lo que pasa es que no quiere prestarla? ¿Acaso creemos que si la banca quiebra desparece el ahorro? Y si hay que proporcionar dinero público a las empresas, ¿por qué no hacerlo de forma directa o utilizando a la banca como mero canal de distribución, en lugar de capitalizar entidades?

Ya saben ustedes lo que es la mano invisible del mercado: es la mano que se mete en tu bolsillo, lo vacía, y luego te pide dinero porque el Sistema está en quiebra.

En suma, el poder trabajando para esquilmar al pueblo. Y no siento lo más mínimo que me haya salido la terminología clásica convencional. Esto es todo lo que está aplaudiendo tanto las izquierdas como la derecha, tanto políticas como periodísticas. Y los banqueros, naturalmente muy contentos, aunque el mercado, insaciable, sigue exigiendo nuevas víctimas, igual que el sanguinario ídolo Moloch, que allí empezó la cosa. Las bolsas bajaron un 20% la pasada semana, subieron un 10% el lunes, pero ya el miércoles comenzaron a despeñarse otra vez y el jueves seguimos en la misma tónica. Esto marcha.

Y todo esta engañifa en contra de los trabajadores y profesionales impecunes y en favor de los rentistas y especuladores pudientes se disfraza con una llamada a un nuevo Bretton Woods: re-crear el sistema, cambiar el modelo y otros solecismos aproximadamente tontos para ocultar la estafa. Pero hombre, si esta crisis no tiene nada que ver con el FMI o el Banco Mundial. Eso sólo se lo creen a estas alturas Lula de Silva, Hugo Chávez, Fidel Castro y demás compañeros bolivarianos. El FMI fue un gran invento, a través del cual los gobiernos ricos trasferían fondos a los pobres. No lo hacían por justicia o caridad, no, sino para que les pagaran sus exportaciones en tiempo y forma. Además, hay que reconocer que, en ocasiones, a cambio de sus fondos, el FMI exigía apretarse demasiado el cinturón, como los históricos consejos -exigencias- de poner en marcha fondos de pensiones en países africanos cuya esperanza de vida apenas alcanzaba los 40 años. En cuanto al Banco Mundial, es la mayor ONG que existe, otra cosa es a qué cosa dedica el dinero. Pero es eso: una ONG donde los ricos aportan dinero para los pobres.

El problema es que Bretton Woods no tiene nada que ver con el actual pandemonio. El actual pandemonio no es culpa de los países ricos, sino de los ricos y de sus administradores, y ha afectado en primer lugar a los propios especuladores, a los que no tenemos que salvar de la nada: que se hundan y ahora afecta a todos por el efecto chantaje, por la extorsión que los mercados ejercen sobre la economía real.

Por tanto, las medidas son dos: fiscales y legales para anular a los especuladores donde más les duele: en el bolsillo. La media más tonta del Gobierno ZP, en línea con otros Gobiernos tan tontos como él, ha sido la de igualar la fiscalidad sobre el ahorro, que, por cierto, es inferior -otra injusticia- a la fiscalidad sobre el trabajo o el beneficio empresarial. No me extraña que el objetivo de todo español sea ser rentista, jugando a gurú de bolsa (para luego perder y que siempre ganen los mismos, los intermediarios a los que ahora nos obligan a salvar).

La segunda, reanimar la economía real, y probablemente eso sólo pueda hacerse con dinero público: aumento de obras de infraestructuras y crédito para el emprendedor.  

Pero eso no significa subvencionar al usurero para que siga practicando la usura. Eso es otra cosa: se llama mucha cara, aunque tanto papanatas no deje de aplaudir la barrabasada en nombre del rigor económico. El poder económico nos ha lavado el cerebro.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com