Santa María de Garoña no tendrá que cerrar en 2009; se ampliará de 40 a 60 años la vida de las centrales. Por otra parte, el Gobierno presiona a Bruselas para que emita una directiva. El mismo Zapatero que se mostraba rabiosamente antinuclear, quiere ahora que Europa le obligue a finiquitar la moratoria. El ministro de Industria está deseando que una eléctrica le pida abrir una central nuclear

Cambiar de rumbo pero sin reconocer que se cambia de rumbo. Esta es la empresa en la que se embarcado el Gobierno Zapatero, que llevaba en su programa nuclear y en todos sus mítines electorales el no más rabioso a la energía nuclear. El enfrentamiento de civilizaciones, el hecho de que la OPEP esté formada por 11 dictaduras más o menos duras, y el mundo de los combustibles fósiles habita en zonas geográficas en erupción. Por si fuera poco, España, tiene una dependencia energética del 80%. En definitiva, todo indica que la energía nuclear no es una cuestión a debatir: es simplemente una obligación que el país no puede eludir ni un minuto más.

Económicamente, este es el giro más copernicano de Zapatero. Incluso cuando entró en vigor el Protocolo de Kyoto, ya en Moncloa, el Presidente del Gobierno todavía ofreció una fiesta verde, donde habló de terminar con la contaminación y de un mundo nuevo repleto de energías renovables.

Ahora bien, ante de tener energía limpia hay que tener energía, por no hablar de que la gente prefiere la energía barata a la energía verde. En conclusión, hay que cambiar el rumbo, con cierta celeridad y sin que se note.

El primer paso ya está hecho. La programación energética del Gobierno Zapatero cuenta con la producción de centrales nucleares que deberían ser cerradas. Es decir, que uno se van a cerrar. El primer ejemplo lo tenemos en Santa Maria de Garoña (Burgos, propiedad de Endesa. Los 40 años de vida máxima implicaban su cierre en 2009, pero miren por donde implícitamente, y en contra de los mítines de Zapatero, resulta que Garoña seguirá funcionando. Es la moda en Occidente: alargar el ciclo de vida de una central nuclear desde los 40 a los 60 años.

En segundo lugar, se ha abierto un foro de debate, el Foro Nuclear, convenientemente encauzado por el Gobierno, pero en el que participan todos los sectores, públicos y privados, implicados. Tal Foro, se admiten apuestas, concluirá que la energía nuclear es imprescindible y que, por lo tanto, hay que continuar e incluso hay que abrir nuevos centros o simplemente ampliar los actuales (una nueva central nuclear llama más la atención mediática y el escándalo ecologista que, pongamos por caso, un Ascó-III).

Pero la otra vía para decir digo donde dije Diego es Bruselas. Cuando los políticos europeos no quieren rectificar en público soliciten a Bruselas que les haga el inmenso favor de obligarles a rectificar. Así, el Gobierno Zapatero está pidiendo a Bruselas que eche por tierra su demagogia ecologista y les imponga un calendario para reabrir el ciclo nuclear bajo el argumento de la imprescindible independencia energética del Viejo Continente. Zapatero ha nacido de pie, así que se ha encontrado con un Tony Blair, presidente de turno de la Unión, asimismo empeñado en una directiva nuclear, al igual que se emitió en su día, más que nada para satisfacer el voto ecologista, una directiva sobre energía renovables.

Es más, si no llega a ser por la OPA de Gas Natural, el ministro de Industria y Energía, José Montilla, ya habría movido el otro botón. En pocas palabras, el Gobierno está deseando que alguna compañía eléctrica les solicite oficialmente la apertura de una central nuclear. El proceso será largo, pero España necesita ponerse a trabajar ya para poder contar con nuevas centrales en 2015. Si ustedes quieren hacerle un favor al Gobierno, por favor, pida una central nuclear. Con todas las garantías, por supuesto.