Sr. Director:

Para los verdaderos cinéfilos el toparse con una película que rompa moldes de lo que habitualmente ofrece la cartelera semanal de estrenos, es algo a celebrar. El poder ver una película sin sexo y violencia y que nos transporte a un país lejano, de distinta y rara cultura, con actores tan naturales como una familia de nómadas mongoles, filmados en su hábitat natural, es sencillamente insólito y conmovedor.

He aquí una película que quizá pasará desapercibida para la gran masa de consumidores de celuloide. Sin reclamo publicitario, el filme reviste unas características que la hacen única en su género. Ha merecido grandes elogios de la crítica especializada.

Su singularidad reside en est La dirección está toda en manos de una mujer mongola, Byambasuren Davaa, que demuestra una exquisita sensibilidad y dotes de observación nada comunes. Los protagonistas: una pareja con tres hijos de muy corta edad y un simpático perrito que da nombre a la cinta.

El escenario natural, la gran estepa de Mongolia, lejos de toda civilización, donde trascurre su vida cotidiana. Excelente retrato de trabajo, convivencia y armonía entre los humanos y la naturaleza. Inolvidable la escena de la pequeña con los buitres, salvada por el perro.

En contraste con las grandes producciones de Hollywood, resalta en ella la máxima sencillez de medios y deja en el espectador un grato sabor de paz y serenidad.

Absolutamente recomendable para toda clase de personas. No defraudará a nadie.

Miguel Rivilla San Martín

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