Sínodo de la familia en Roma, desde el domingo 5 al domingo 19. Nos lo va a explicar Lorenzo Milá, así que me quedo tranquilo. Participan presidentes de las conferencias episcopales, directores de congregaciones religiosas y teólogos y teólogas (el género es importante para alguien que se dedica a estudiar a Dios).

Es decir, no participan en cuanto tales los jefes naturales de la Iglesia, que son los obispos, sino los mandamases de unos organismos -las conferencias episcopales- demasiado nuevos que han supuesto la politización de la Iglesia, en cuanto se han adecuado a las realidades políticas estatales: un país, una conferencia episcopal. Esto no existía hasta anteayer.
Participantes y temario parecen ocultar el verdadero asunto de este Sínodo: la Eucaristía

Insisto, la jerarquía natural en la Iglesia -además de la insondable jerarquía de santidad personal- es como sigue: Papa, obispos y presbíteros. Y en materia de gobierno, estos últimos más bien poquito.

En segundo lugar, los representantes de congregaciones religiosas. Es decir, la gran crisis de caridad actual se ha cebado -al revés que en otros muchos momentos históricos- en el clero regular, mucho más que en clero secular.

Tercero. Los teólogos… y las teólogas, como creo haber dicho antes. Los hay malos -y hasta malas- y alguno regular, pero el problema es de orientación, de origen, y entonces esto afecta a los malos y a los regulares. Me explico: los teólogos deberían comenzar su labor una vez asentada la doctrina por el Magisterio de la Iglesia, no antes. No son guías del rebaño, sino veterinarios que cuidan de la buena salud de las ovejas, es decir, de la recta interpretación de esa doctrina y de profundizar en la misma. Los teólogos sufren del síndrome Hans Küng -todos, unos más que otros pero todos-: se sienten maestros del Magisterio.

O sea, que mal empezamos. Un sínodo debería ser una reunión de obispos, todos ellos en la búsqueda de comunión con el Papa.

Y ahora pasamos al contenido. Oigo en RTVE, la tele de la derecha pagana pepera, que el Sínodo sobre la Familia estudiará cuestiones tales como la pastoral de la familia -obviedad que parece aludir al debate sobre si procede formar a la familia cristianamente o no-, la pobreza -otra obviedad: ¿a favor o en contra-, la violencia sexual -yo pensé que la familia era un refugio contra la violencia sexual- o el abuso de menores (ahora resulta que la única pederastia que existe no sólo es la exageradísima pedofilia clerical sino la que provocan los hombres y mujeres que deciden formar un hogar).

¿Si se aprobara repartir la comunión a los divorciados y vueltos a casar podría surgir un cisma Me temo que sí

Miren ustedes, déjense de historias. En el Sínodo de la Familia se va a hablar de la Eucaristía, porque la batalla que se libra hoy en la Iglesia -y en el mundo- es batalla eucarística. El resto de las batallas llegan por añadidura. Y también porque hay demasiados prelados que presienten un cisma si las tesis de, digamos el cardenal Kasper -aunque me temo que no sólo suyas- ofrecer la comunión a los divorciados y vuelto a casar -ya saben, por cristiana misericordia- salen adelante. Es una cuestión puntual, sí, pero que afecta a una cuestión medular de la doctrina y de la actualidad más rabiosa, como es la profanación y el sacrilegio continuo respecto a Jesús Sacramentado. Y con esa bomba atómica el hombre no puede jugar sin hacerse daño.

Y si hay un asunto que debería afrontar el Sínodo sobre la Familia es porque el católico de hoy no se compromete cuando se casa. Y la solución no es rebajar el compromiso sino reforzar la entrega mutua, es decir, la solución al desastre familiar actual del matrimonio, no puede ser la 'nulidad-exprés'.

Por eso, la cuestión clave, de este Sínodo, aunque RTVE lo oculte, o no se entere, es que un cristiano que vive en situación irregular -divorciado y vuelto a casar, por ejemplo- no puede comulgar. ¿Cuestión menor Y un jamón de mico. Cuestión mayor porque es eucarística y todas las batallas morales de hoy no giran alrededor de memeces como el banco vaticano, la reforma de la curia o la pobreza (sí memeces, comparadas con…), sino la profanación y el sacrilegio permanente sobre el gran regalo de Dios a los hombres: las especies eucarísticas. La Iglesia vive de Eucaristía, el resto son cuestiones menores.

Una cuestión tan relevante que podría provocar un cisma en la Iglesia. Vamos, como para ponerse a rezar ahora mismo. Sin parar, durante dos semanas de Sínodo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com