Hay un antes y un después de la manifestación anti-LOE del 12-N, y eso es en lo único que están de acuerdo la izquierda y la derecha.

Sólo las fuerzas combinadas de la reacción clerical y la ultraderecha mediática casualmente españolas ambas- evitaron que el pasado cónclave primaveral eligiera Papa a don José Blanco, secretario general del PSOE, más conocido como Pepiño el Grande en lugar de a Benedicto XVI. Una verdadera lástima

Aún así, los pastorales desvelos de Pepiño no han sirvieron para convertirle en Papa, pero él no abandona su vocación. Por de pronto, les ha conminado a la jerarquía a la conservadora, claro, la otra, para Pepiño, no es de los suyos o es tonta del bote- a que vivan el Evangelio, lo que por mucho que se empeñe la caverna no es mal consejo para un obispo.

Pepiño el Magno dijo horas después de la millonaria manifestación contra la LOE se ha considerado, ya definitivamente, avergonzado de ser católico. Era lo único que le faltaba a una barca de Pedro sumida en una crisis espantosa, desde el siglo I, precisamente por no haber nombrado un Papa progresista: un Pepiño apóstata. Primero Zerolo, ahora Pepiño : la crisis no tiene fin. Tanto es su dolor que Pepiño, allá en la Argentina un océano de por medio para alejarse de los manifestantes antediluvianos- tuvo que explicarles, al cardenal Rouco y al primado Cañizares aquello de que la verdad os hará libres, principio que, al parecer, ambos prelados han olvidado. Si estará ocupado Pepiño que había olvidado que su jefe, Zapatero, que por el momento no aspira a Papa, ya había decretado, que tal principio de Jesús de Nazaret se ha quedado obsoleto, y que lo que hay que hacer es invertir los términos del argumento : La libertad os hará verdaderos, dijo Zapatero, el profeta definitivo, en un momento de exaltación mística, cuando las encuestas le otorgaban al menos cinco puntos de ventaja sobre Rajoy.

Y es que a los socialistas no les molesta el millón y medio de manifestantes menos mal que El País lo ha reducido a sus justos términos, poco más de 350.000- sino la media docena de obispos que andaban deambulando por ahí. Eso es imperdonable. El ministro de Industria, José Montilla, sin ir más lejos ha recordado, con profundo dolor, que Son los señores Rouco y Cañizares los que tendrían que explicar a todos los católicos y a todos los ciudadanos por qué la COPE miente, por qué la COPE insulta, por qué la COPE incita al odio y por qué la COPE manipula. Y sobre todo por qué lo hace con tanta impunidad y atacando a todo el mundo . Y aquí queridos amigos, hemos de parar un momento para afrontar, aunque duela, la dolorosa realidad. Veamos:

¿Es una vergüenza que Federico Jiménez Losantos y Pedro J. Ramírez dos personajes amorales, como les ha definido Montilla- se hayan a convertido en la referencia moral del único medio católico español de grandes dimensiones? Sin duda, señor Montilla.

Pero mucho más vergonzosa, vamos digo yo, resulta la manipulación, y el desaforado anticlericalismo de PRISA es la manipulación un poquito sangrante, algo cínica, un punto anticlerical, pelín calumniosa, y un adarme de miserable, etc., que realiza cada día contra todo lo que huela a cristiano el grupo Polanco (El País, cadena Ser, el padre Gabilondo) en el conglomerado Prisa-Sogecable. Mucho más poderoso que la COPE, que, por otra parte, tiene otra gente de mucha valía, por no decir la cadena Popular TV, sin duda los mejores informativos de TV que hoy pueden verse en España a pesar de sus escasos medios. Pero, fíjense ustedes por dónde, lo que preocupa a Montilla y a Blanco es, precisamente, la COPE

Pero el Circo Ibérico no tiene fin. En ayuda de Pepiño el apóstata y Montilla el cabreado ha acudido raudo el democristiano Durán Lleida, canónigo catalán de dilatada experiencia pastoral, que ha tenido a bien indicar que Losantos incita al odio -¿Cómo se le habrá ocurrido tal cosa?-. La entrada en escena de Durán no sería muy preocupante si no fuera porque de los periodistas ha pasado a sus mentores, que son los obispos, como creo haber dicho antes. Así, Durán ha pasado a distinguir ente la Iglesia y la Iglesia conservadora. Esto es importante. Volvamos a los principios primeros:

-¿En qué se distinguen un cristiano y democristiano?

-Democristiano es el que corre detrás del león que corre detrás del cristiano.

Dicho esto, la intervención toma de postura, que diría un miembro de la legión de cursis que pueblan el mundo- de Durán se hace perfectamente comprensible.

Porque a lo mejor, logramos entendernos en este circo. Lo que ocurre es que vivimos en un país, en un mundo, dividido entre un progresismo de izquierdas, otro progresismo de derechas y la inmensa mayoría de inocentes (he dicho inocentes, no ingenuos). El progresismo de izquierdas es dominante en este momento, al menos en España, y es heredero del comunismo. Naturalmente ya no cree en la dictadura del proletariado, entre otras cosas porque el comunismo cuenta con la desventaja de no hacer rico a nadie y al progre le preocupa mucho caminar por la vida con el riñón bien forrado. Por eso, la única ideología que le queda consiste en insultar a los curas y pregonar el sexo libre aunque luego lo practican poco. Los dos mandamientos del progresismo de derechas son: Abajo los curas y arriba las faldas. No tienen ideología, pero siguen manteniendo la dictadura férrea de los viejos partidos comunistas. Y si no, que se lo digan a los periodistas de la SER, sin ir más lejos. Polanco y Juan Luis Cebrián han conseguido que no sea necesario.

Luego está el progresismo de derechas, que procede del fascismo, esto es, hablamos de aquellos que ya no creen en Dios pero creen en su patria, o al menos utilizan el concepto de patria para convertirse en referentes sociales, un cargo de mucho predicamento en el momento actual. Ejemplo : Federico Jiménez Losantos, en uno de sus últimos chats digitales:

-¿No teme que atenten contra usted? pregunta el pelotillero de turno.

-¿Y qué me pueden quitar si no la vida? responde el amigo de casi todos los españoles-. Y qué puede haber más hermoso que dar la vida por España y la libertad.

Definitivo a fuer de emocionante.

En medio está la mayoría del pueblo, que, al menos eso espero, empieza a cansarse del progresismo de derechas y del de izquierdas, porque progresismo y totalitarismo riman en consonante. Unos y otros insisto, por el momento el progresismo de izquierdas es mucho más dominante que el de derechas en el circo ibérico-. El único peligro es que el hartazgo de la mayoría respecto al progresismo de derechas sea utilizado por el progresismo de izquierdas o al revés.

Por ahora, la mayoría ha salido a la calle porque está muy, muy harta. A ver qué ocurre.

Eulogio López