• Les anima a continuar con su misión principal: "Llevar a Jesucristo hacia el hombre y llevar al hombre al encuentro con Jesucristo".
  • Ha recordado también el Santo Padre la unidad en la diversidad de la Iglesia, que la hace posible el Espíritu Santo: "El paráclito nos da a cada uno de nosotros carismas diferentes que nos unen en esta comunidad de Iglesia".
  • Emotivo recuerdo también para Benedicto XVI: "A lo largo de estos años de Pontificado ha enriquecido la Iglesia con su magisterio, con su bondad, con su guía, su fe y su humildad".
Este viernes se ha reunido el Papa Francisco (en la imagen) con los cardenales que esta semana le han elegido como sucesor de Pedro. Así que resulta interesante saber qué les ha dicho ya en serio, tras la broma del otro día: "Que Dios os perdone lo que habéis hecho", les dijo tras salir elegido.

Y el Papa les ha animado a la alegría con estas palabras: "Empezando precisamente por el afecto colegial que nos une al colegio cardenalicio, expreso mi voluntad de servir al Evangelio con renovado amor, ayudando a la Iglesia a convertirse cada día más en Cristo y con Cristo, en la vida fecunda del Señor. Estimulados también por la celebración del año de la fe todos juntos, pastores y feligreses, vamos a intentar responder fielmente a nuestra tarea de siempre, es decir, llevar a Jesucristo hacia el hombre y llevar al hombre al encuentro con Jesucristo, día a día, realmente presente en esta Iglesia y contemporáneo a todos los hombres, dicho encuentro nos lleva a ser hombres nuevos en el misterio de gracia y demandando en el alma esa alegría cristiana que representa el centro que dona Cristo a quien acoge su existencia".

El Papa Francisco ha tenido muy presente a su antecesor, Benedicto XVI, durante su encuentro con los cardenales: "Como nos recordó en muchas ocasiones en sus enseñanzas, y con ese gesto tan valiente y humilde el Papa Benedicto XVI, es Cristo quien guía a la Iglesia a través de su Espíritu, el Espíritu Santo es el alma de la Iglesia, con su fuerza vivificadora nos convierte en el cuerpo místico de Cristo. No tenemos que ceder al pesimismo, a esa amargura, que el diablo nos va ofreciendo día tras día, no tenemos que ceder al pesimismo ni al desalentamiento. Estamos seguros de que el Espíritu Santo dona a la Iglesia con su soplo tan poderoso el valor de perseverar, de seguir buscando nuevos métodos de evangelización, para llevar el Evangelio hasta los límites más lejanos de la tierra. La verdad cristiana es atractiva y persuade porque responde a la necesidad profunda del ser humano anunciando que Cristo es el único salvador de todos los hombres. Este anuncio es válido hoy como lo fue al principio del cristianismo, con la primera gran expansión misionera del evangelio".

Ha recordado también el Santo Padre la unidad en la diversidad de la Iglesia, que la hace posible el Espíritu Santo: "Este conocimiento y apertura mutua nos han facilitado la docilidad hacia la acción del Espíritu Santo. El paráclito es el supremo protagonista de toda iniciativa y manifestación de fe. Es algo curioso. Esto me hace reflexionar: el paráclito marca todas las diferencias en las iglesias. Parece ser un apóstol de Babel pero por otro lado es el que genera la unidad de esta diferencia. No en la igualdad sino en la armonía". "Me acuerdo de ese Padre de la Iglesia que le definía así: 'ipse armonia est'. El paráclito, que nos da a cada uno de nosotros carismas diferentes que nos unen en esta comunidad de Iglesia que adora al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo".

El Papa Francisco ha proseguido, sobre la unidad entre los cardenales: "Queridos hermanos cardenales, este encuentro quiere ser una extensión de la comunión eclesial que hemos experimentado a lo largo de todo este periodo. Animado por un profundo sentido de responsabilidad y apoyados por un gran amor por Cristo y por la Iglesia, hemos orado todos juntos compartiendo de forma fraternal nuestros sentimientos, nuestras experiencias y reflexiones. En este clima de gran cordialidad así ha ido creciendo el mutuo conocimiento y la mutua apertura y eso es bueno. Porque somos hermanos". "Los cardenales son los curas del Santo Padre, somos todos, somos una comunidad con esa amistad y cercanía que seguramente será un bien para todos".

El Santo Padre les ha explicado también la emoción que sintió al contemplar a la muchedumbre el día que fue elegido Papa: "Desde todos los rincones de la tierra se ha levantado de forma coral la oración del pueblo cristiano para el nuevo Papa y lleno de emoción ha sido mi primer encuentro con la muchedumbre de la Plaza de San Pedro, con esa maravillosa imagen del pueblo orante que todavía observo y mi mente, deseo agradecer a todos los obispos, a los curas, a las personas consagradas, a los jóvenes, a las familias, a los mayores por su cercanía espiritual tan entrañable".

Tras agradecer a los cardenales su esfuerzo durante los días de sede vacante, ha vuelto a acordarse de Benedicto XVI: "Mi pensamiento lleno de gran afecto y de profunda gratitud para mi venerado predecesor Benedicto XVI que a lo largo de estos años de Pontificado ha enriquecido la Iglesia con su magisterio, con su bondad, con su guía, su fe y su humildad. Se quedarán como patrimonio espiritual para todos. El ministerio petrino ha tenido en él un sabio  y humilde intérprete, con la mirada siempre hacia Cristo que está siempre presente y vivo en la Eucaristía. Le acompañará siempre nuestra oración, nuestro recuerdo y nuestro reconocimiento. Sabemos que Benedicto XVI ha encendido la llama en el fondo de nuestros corazones, que seguirá ardiendo porque estará alimentada por su oración, que seguirá apoyando a la Iglesia en su camino espiritual".

Luego se ha dirigido cariñosamente otra vez a los cardenales: "La mitad de nosotros, aproximadamente, estamos ya en la vejez. Es una fase de la vida que es la sede de la sabiduría de la vida. Los mayores tienen la sabiduría de haber andado en la vida, como el viejo Simeón y Ana, que les permitió reconocer a Jesús. Les podemos donar esa sabiduría a los jóvenes, como un buen vino que año tras año adquiere más sabor. Es el tiempo de la tranquilidad y la oración y de dar a los jóvenes esta sabiduría".

"Quedaos ahora en las respectivas sedes para seguir con vuestro ministerio, enriquecidos de la experiencia de estos días tan cargados de fe y de comunión eclesial. Esa experiencia única e incomparable nos ha permitido aprovechar toda la belleza de la realidad eclesial que es una imagen del Cristo resucitado. Vamos a mirar esa imagen tan bonita de nuestro Cristo después de la resurrección, con la potente intercesión de la Virgen María, nuestra madre y madre de la Iglesia. A Ella le confío mi ministerio y vuestro ministerio también". "Bajo su mirada materna cada uno de nosotros puede andar dócil a la voz de su Hijo divino, ofreciéndose en la unidad, perseverando en la oración, testimoniando en la fe de la presencia continua de Nuestro Señor", ha concluido el Papa Francisco.

José Ángel Gutiérrez
joseangel@hispanidad.com