No le ha gustado nada al señor Polanco que la directora general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, practique un idealismo incompatible con la exigible prudencia política. Aunque su jefe, el ministro del Interior, José Antonio Alonso, la ha respaldado afirmando que necesita "gente de su confianza", El País considera que el proyecto de Gallizo de "humanizar las prisiones". Sin duda, la generación del 68 empieza a enfrentarse al paso definitivo. Progresismo conservador. O sea, abajo los curas, arriba las faldas -con moderación- y el capital tranquilo.

El diario polanquil señala que la destitución de 21 directores de Prisiones y el traslado de otros 10 "no tiene precedentes". Y es que la experiencia catalana de "humanizar" las prisiones produce los efectos que todos conocemos: presos escapados durante la visita al Fórum, violador de permiso que continúa violando y asesinando. Conviene no olvidar que la prisión tiene un carácter de reinserción. Pero tampoco conviene olvidar el carácter preventivo, así como el ejercicio de la penitencia por el daño causado a la víctima.

¡Ah! Y otra cosa más. Los presos, como los que vivimos en libertad, somos seres libres, que nos autodeterminamos con nuestras decisiones. Afirmar que los presos son unas pobres víctimas de la violencia y la marginación social supone la negación de la libertad humana, además de una profunda irresponsabilidad.