A lo que hay que añadir los palos físicos de los policías enviados por Alfredo Rasputín Rubalcaba. Zapatero muestra su verdadero estilo ante su primera gran reto laboral: reprimir cualquier protesta con la máxima dureza y con la más intensa manipulación a través de los medios. Ni tarifas mínimas ni reducción del precio del gasóleo. La ministra de Fomento miente una vez más: dice que han firmado el 88% del sector, pero ahí está contando a los autónomos subcontratados. El acuerdo entre las patronales del transporte y el Ejecutivo provocará una concentración acelerada en el sector y la desaparición de los pequeños. Lo mismo ocurre con los pescadores

La escuadra mediática de ZP, el presidente que más ha manipulado los medios informativos en toda la etapa democrática, ha conseguido presentar a los huelguistas como unos delincuentes y les ha echado encima a los españoles. Su mano derecha, el ministro del Interior, Alfredo Rasputín Rubalcaba, ha movilizado a toda la policía con órdenes de emplear la máxima dureza contra los huelguistas, además de amenazarles públicamente, eso sí, en defensa de los derechos de los ciudadanos. Por si fuera poco, la prensa afín al PP se ha comportado en la peor tradición de la peor derecha española: en lugar de defender la justas reivindicaciones de los huelguistas, quienes sufren que el precio del crudo haya pasado de 30 a 130 dólares barril en dos años, ha hablado de gamberrismo y ha azuzado al Ejecutivo a emplear la fuerza contra los huelguistas. Cuesta imaginar qué habría pasado si la actitud de los antidisturbios con los manifestantes, con imágenes de sangre, hinchazones y enfrentamientos salvajes hubieran acaecido con un Gobierno del Partido Popular.

En cualquier caso, Zapatero ha ganado. En la madrugada del miércoles al jueves se anunciaba el acuerdo del Ministerio de fomento con el 88% del sector. Un porcentaje sibilinamente manipulado, dado que las empresas de logística utilizan cada vez más las subcontratas con autónomos y pequeñas o transportistas, que son los que no están de acuerdo con el pacto-trampa.

No están de acuerdo por dos razones: ni baja el precio del gasóleo ni se acepta su tarifa mínima, dado que el Gobierno el mismo Gobierno que marca la tarifa de la luz, del butano y de otros servicios básicos- dice que tal cosa atenta contra la economía de mercado. Y ya desde el primer momento, el Ejecutivo consideró innegociable la fiscalidad de los hidrocarburos, a pesar de que el propio Gobierno se lleva la mitad de lo que paga el ciudadano en las estaciones de servicio.

La famosa cinquentena de medidas no benefician a los autónomos y micropymes, sino a las grandes empresas del sector quienes, además, tienen más capacidad de negociación ante las petroleras. Como decía uno de los autónomos entrevistados: ¿De qué me sirve que me reduzcan las cuotas si pago el mínimo? En efecto, el transportista autónomo o el pescador de bajura bastante tienen con llegar a fin de mes como para pensar en dotar su pensión de jubilación. 

En definitiva, ZP ha mostrado su verdadero rostro, de dureza absoluta ante cualquier tipo de disidencia o protesta, en este su primer reto laboral de envergadura, así como una lamentable falta de soluciones. Se ha aliado con los grandes transportistas, es decir, los que tienen más grasa que perder y mejores armas para aguantar el temporal. Y, con policías y editores afines, se ha salido con la suya. Además, a partir de ahora, los transportistas, pescadores o agricultores desaparecerán y el sector transporte se concentrará de forma acelerada: cada vez menos empresas y más grandes. Todo tipo de transporte y todo tipo de actividad agropecuaria.

ZP ha ganado una vez más, pero ¡a qué precio!