La Comisión Europea quiere convertirnos en pro-europeos a base de símbolos. Por eso, ante el 9 de mayo, Fiesta de Europa (la Declaración Schuman se presentó el 9 de mayo de 1950) se ha gastado sus buenos dineros cada iniciativa europea hay que multiplicarla por el número de idiomas en el que se emite) en un pack de regalos a toda una serie de personajes, e incluso personas, como es el caso de los periodistas: el pack está compuesto por un ejemplar de la Constitución europea, un DVD titulado ¿Por qué una constitución Europea, un folleto explicativo sobre el Parlamento de Estrasburgo, una bandera de sobremesa, bolígrafos post it con símbolos europeos, bolígrafos, naturalmente azules, y otras chucherías. Lo mejor, sin duda, el discurso del español José Borrell, presidente del Europarlamento.

El kit (hoy estamos de lo más diversi-lingüístico) también aporta una colección de símbolos en papel retractilado y en pegatinas. Allí se nos explica que nuestra moneda es el euro, nuestro lema Unidos en la diversidad, nuestro himno la IX sinfonía de Beethoven y nuestras fiesta el 9 de mayo. Al llegar a nuestra bandera, azul con doce estrellas amarillas, el envío europeo nos explica su significado. Formada por doce estrellas, doradas sobre fondo azul. El número doce es tradicionalmente el símbolo de la perfección, la plenitud y la unidad.

No está muy claro que tradicionalmente el número 12 signifique tan nobles categorías. Más bien, en Bruselas deben de haber olvidado que la bandera europea, al igual que el lema precitado, surgió de un concurso realizado en todo el continente, y ganado por le artista francés Arsene Heine, el cual dejó muy claro que no era más que una ofrenda la Virgen María: Por eso escogió el color azul, del manto de La Milagrosa, de la que era devoto, y las doce estrellas de esta advocación. También explicó que tradicionalmente, las doce estrellas no son más que la corona de Santa María, según el Apocalipsis que es, en efecto, un libro muy tradicional: Una mujer vestida de sol, coronada de doce estrellas....

Pero un Estado laico, con una constitución donde no se menciona el nombre de Dios, no podía citar a la Virgen María, así que tenía que explicarnos lo de la perfección, plenitud y unidad.

Una tontería: el laicismo de Bruselas bien podrían suprimir la bandera y cambiarla por otra, dado su significado confesional. Desde luego, no sería el Partido Popular Europeo quien osara oponerse a tan laica medida.