Sr. Director:

Se ha leído en la prensa estos días: ¿Y si la Tierra no fuera algo tan excepcional? Un equipo internacional de astrónomos ha estimado que debe de haber en nuestra galaxia decenas de miles de millones de planetas llamados 'supertierras', solo en la Vía Láctea, y que probablemente haya cerca de una centena en las vecindades del Sistema Solar, a distancias menores de 30 años luz.

Se encuentran en la zona de habitabilidad de su estrella, es decir, a la distancia adecuada como para que la existencia de agua líquida sea posible y, quién sabe, quizás también la vida.

A mí me encantaría que hubiese vida humana en otros mundos pero, con independencia de que la haya o no, considero que los sucesivos descubrimientos que van abriéndonos al universo iluminan con luz propia la existencia de un Principio –los cristianos le llamamos Dios- que mantiene el orden y equilibrio del inmenso cosmos. Viene a propósito la anécdota de Albert Einstein que, con 14 años, demostró a su profesor que el frío, la oscuridad y el mal no existen; los dos primeros son ausencia de calor y luz, y el mal es el resultado de que la humanidad no tenga a Dios presente en sus corazones.

En este comienzo de abril tenemos los cristianos una llamada personal a considerar la influencia de su presencia en la vida de cada uno.

Amparo Tos Boix