Eva Mendes se lamenta de que los hombres sólo se fijen en su erotismo. No es verdad, querida Eva, el erotismo es el efecto que se produce cuando el público, particularmente los varones, se fija en otras partes de tu anatomía, no en el erotismo. Estoy de acuerdo contigo, dilecta Mendes, cuando te lamentas de que el erotismo trasero o delantero es lo primero que ven, en lugar de tus apreciable talento interpretativo, pero la humanidad es así: no podemos evitarlo. Entrados en el reino del eufemismo, leo en un periódico, económico no se crean, la siguiente maravilla: Elsa Pataky. Pocas mujeres como ella consiguen reavivar el instinto paternal en los hombres, ese que les lleva a cuidar y proteger a la prole. Uno, en su ignorancia, juraría que no es el instinto paternal el que despierta a Elsa Pataky sino otro más primario, al menos desde un punto de vista temporal, al de cuidar y proteger a la prole. Naturalmente, si vamos a darle al solecismo, que sea políticamente correcto: no necesita aclarar que la culpa no es de la Pataky.

No obstante, todo esto me hace reparar en el declive semántico del término 'obsceno' que, como puede verse en los dos ejemplos precitados se aplica a cualquier tipo de creencia o miseria con tal de que no sea obscena, escabrosa o rijosa. El hambre en el mundo, la explotación infantil, o las tontunas de Gadafi pueden resultar repugnante, pero no obscenas. Obscenas son las películas de Eva Mendes y Elsa Pataki e incuso, si ustedes lo desean, las poses publicitarias de Cristiano Ronaldo, pero no otras miserias del mundo.

Escribo las presentes líneas para recordar a mis muy queridos colegas periodistas que el eufemismo no deja de ser el portón de entrada al mundo de la idiocia. Divertir instruyendo, es nuestro lema.

Eulogio López

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