Ideológicamente, la guerra Civil española resultó la más relevante del siglo XX. Como conflicto bélico, fue más importante la II Guerra Mundial, por la sencilla razón de que en la española murieron violentamente unas 600.000 personas por más de 60 millones en la mundial. Pero, insisto, ideológicamente, todo quedó escrito y rubricado en la feroz contienda civil española.

En 2009 vuelve a ocurrir algo similar. Probablemente, la III Guerra Mundial, que será mucho más que una guerra, estalle donde todos esperan: en Oriente Próximo alrededor de la cuestión judía, un pueblo que no puede desaparecer. No sé si con el Irán nuclear de por medio o con algo peor. Ahora bien, el futuro ideológico del siglo XXI no se juega en Jerusalén ni en Teherán sino en Hispanoamérica, otra vez en la lengua de Cervantes. Es en Hispanoamérica donde se está dando el nuevo invento del Nuevo Orden Mundial (NOM): la democracia simulada. Un caudillo zafio, el venezolano Hugo Chávez, está inventando la nueva tiranía: a la dictadura desde la democracia.

Para los nuevos dictadores, la democracia no es el régimen que defiende los derechos de las personas, que son sagrados, forme parte de la mayoría o de las minorías, sino que consiste en ganar las elecciones. Si lo haces, ya puedes convertirte en un dictador y preparar tu perpetuación en el poder. Tal es el postulado básico de las nuevas tiranías. Y su objetivo: el de viejos tiranos: perpetuarse en el poder.

El venezolano Hugo Chávez es el ejemplo típico:

Tras haber ganado unas elecciones ha suprimido, de hecho o de derecho, la libertad de prensa, la libertad educativa, la libertad religiosa, la libertad de reunión y manifestación, el derecho a la propiedad privada y siga usted contando.
Y mientras todo esto sucede, el Gobierno Zapatero acude solícito a Caracas, comercia con Chávez.

Un ejemplo, porque, desde la izquierda y desde la derecha, se avanza hacia esta tiranía. Ejemplos no sólo son los de Nicaragua, o Ecuador, sino también los de España, Argentina, Chile y Brasil, estos desde el capitalismo más acendrado, el de la Trilateral y el Consenso de Washington, mientras Colombia coquetea con un tercer mandato de Uribe y México se hunde en la democracia formal con un Calderón que cada día se parece más a Rodríguez Zapatero: fuerte con los débiles y débil con los fuertes. El dantesco espectáculo de toda una comunidad internacional arremetiendo contra la pequeña Honduras, que precisamente defiende sus libertades frente a la nueva democracia nominal, es decir, frente a la nueva tiranía, resulta patético para Europa y Estados Unidos.

La democracia nominal es la nueva dictadura contra la que hay que luchar, si queremos preservar las libertades individuales.

El banco de pruebas es Hispanoamérica.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com