Utiliza excusas económicas y normativas, pero no soporta la nueva Constitución cristiana del país

 

Al primer ministro húngaro,  Viktor Orbán, y a su Gobierno -elegido democráticamente por los húngaros- los están machacando desde la UE y desde el Nuevo Orden Mundial.

Expliquémoslo:

El 25 de abril de 2010, el entonces opositor partido Fidesz consiguió más de dos tercios de los escaños del Parlamento húngaro, tras la segunda vuelta de los comicios legislativos: 263 de los 386 escaños; mientras que el socialista MSZP, hasta entonces en el poder, ocupó 58 asientos. Otro partido, el Jobbik, tiene  48 diputados y los ecologistas del LMP, 16. El Primer Ministro húngaro es Viktor Orbán desde el 29 de mayo de 2010.

Pues bien: un año después, el 18 de abril de 2011 el Parlamento húngaro aprobó una nueva constitución, que entró en vigor el 1 de enero de 2012 y que dice, esto, entre otras cosas:

"Dios salve a Hungría.

Nosotros, el pueblo de Hungría, conscientes de nuestra responsabilidad, decimos lo siguiente a todos los húngaros, en este principio de milenio:

- Estamos orgullosos de que nuestro rey Esteban, santo patrón de Hungría durante mil años, haya fundado sobre buenos cimientos nuestra patria, incorporándola a la Europa cristiana.

- Estamos orgullosos de nuestros antepasados, que perseveraron en ella y lucharon por la libertad y la independencia de nuestra patria.

- Estamos orgullosos de los grandes logros espirituales del pueblo húngaro.

- Estamos orgullosos de que nuestro pueblo haya defendido Europa durante mil años, y que sus valores comunes se hayan enriquecido con sus talentos y sus esfuerzos.

- Reconocemos el papel del cristianismo en la pervivencia de la nación
".

Además, estipula que la vida del feto debe ser protegida desde la concepción; el matrimonio se define como la unión entre un hombre y una mujer; e incluye la cadena perpetua sin opción de reducción de pena para delitos graves.

Esto no ha gustado nada al Nuevo Orden Mundial (NOM), como denunciamos recientemente, porque no puede soportar que el primer ministro Orban haya aprobado, con el apoyo de los votos libres de los húngaros, una Constitución que reconoce al cristianismo como esencia del Estado húngaro –es decir, reconoce la historia- y, encima, algo intolerable, defiende el derecho a la vida y protege al no nacido. Eso es pecado mortal en el decálogo del Nuevo Orden Mundial (NOM).

A partir de entonces, los organismos internacionales han iniciado una campaña contra Hungría y contra su primer ministro, Viktor Orbán, para derribarle, utilizando diversas excusas. Una de ellas, que según la nueva Constitución húngara, queda en entredicho la independencia del Banco Central húngaro, ya que el primer ministro tiene la capacidad para designar a los vicegobernadores del Banco Central húngaro.

Bruselas argumenta que esta ley puede reducir la independencia del banco nacional (como si, por ejemplo, el actual Banco de España fuese independiente del Gobierno español, ¿verdad?).

También se ha lanzado a degüello el presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso, quien ayer dijo que  que echará mano de todos los medios a su alcance para estar seguro de que la nueva Constitución húngara está de acuerdo con los "valores " de la UE. "Usaremos todos nuestros poderes para asegurarnos de que Hungría cumple con los principios, valores y reglas de la UE. Y estoy seguro de que lo hará". (Lo de los valores también es discutible: ¿a qué valores se refiere Barroso, al derecho a matar niños en el seno materno, por ejemplo?, ¿eso es un valor de la UE?, ¿no reconocer la esencia cristiana de Europa es otro valor de la UE, señor Barroso?).

Y es que la UE también cuestiona de la nueva Constitución de Hungría la reforma electoral, la reforma judicial y el respeto a la independencia de la prensa, según Efe.

Pero la presión al Gobierno húngaro llega hasta el punto de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) no está dispuesto a conceder el préstamo que solicita hasta que este no demuestre su compromiso para mejorar sus finanzas públicas. Hungría intenta conseguir un préstamo de entre 15.000 y 20.000 millones de euros del FMI y la Unión Europea para evitar una suspensión de pagos.

Además, Bruselas está estudiando imponer sanciones al ejecutivo húngaro, que podrían acarrear hasta la pérdida de los derechos de voto en las instituciones comunitarias, si no frena la última reforma constitucional.  

Ante toda esta presión, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ha comenzado a ceder -cosa normal, pues le están machacando- y ha dicho hoy que su gobierno está dispuesto a aceptar algunos de los argumentos legales de la Unión Europea (UE) para modificar la ley sobre el Banco Central húngaro. "Hay argumentos legales con los que el gobierno coincide y no ve ningún obstáculo para aceptarlos", aunque agregó que en otros aspectos las posturas difieren.

Asimismo, el Gobierno húngaro ha anunciado que despedirá a 6.300 empleados de la Administración del Estado a partir del 18 de enero dentro de la política de reducción del déficit público, según informó ayer el Boletín Oficial Húngaro. El anuncio llega un día después del ultimátum que Bruselas impuso al país para reducir su excesivo déficit. La Comisión Europea amenazó con sancionarle si no conseguía reducirlo, al considerar que no había hecho lo suficiente para corregirlo.

Este despido afectará principalmente a los ministerios, pero también a otros organismos como la Oficina Central de Estadísticas o la Oficina de Impuestos. La medida se debe al "cumplimiento de la meta de déficit presupuestario para el año 2012" (correspondiente al 2,94%) y a la creación de un "Estado de funcionamiento eficaz", según figura en el texto del decreto publicado.

Sin entrar en la conveniencia de reducir el déficit público -que seguro que es necesario- o en el resto de contenidos de la Constitución -algunos de los cuales a lo mejor pueden ser discutibles o no, no lo sé- al parecer, para las instituciones europeas la democracia sólo es válida si dicta normas conforme a las de Bruselas. O sea, que la UE no acepta que los ciudadanos de un país elijan un Gobierno -¿no es esto democracia?- que cambie la Constitución según ellos mismos han querido (y lo han delegado en el partido que ganó). ¿No es tampoco eso democrático?
Bien: pues entonces hagamos un Gobierno único europeo. O dictemos normas universales, objetivas, que deban ser respetadas por todos los países miembros. Pero si eso no existe, dejemos libertad a cada país para ponerse su propia Constitución, elegida democráticamente.

Total: al Gobierno húngaro y a su primer ministro, Viktor Orbán, les están machacando por salirse de las imposiciones políticamente correctas del Nuevo Orden Mundial. O sea, una nueva dictadura.

José Ángel Gutiérrez
joseangel@hispanidad.com