La OPA de Gas Natural sobre Endesa ha despertado los demonios dormidos (una imagen tonta: los demonios nunca duermen). Madrid contra Barcelona, Caja Madrid contra La Caixa, el PP centralista contra el independentismo catalán de los socialistas del PSC, de CIU o de ERC.

Sin embargo, La Caixa es una entidad tan española como Caja Madrid, y Gas Natural es una empresa española, especialmente desde que en Madrid les regalaron la Empresa Nacional del Gas... como su mismo nombre indica.

Además, habrá que insistir: la operación es política, pero no porque la han hecho los políticos no saben- sino porque la hecho La Caixa y los políticos catalanistas consideran que La Caixa es suya y han apoyado la OPA con gran entusiasmo. Es cierto que los políticos influyen en La Caixa, pero no la controlan como quisieran. Y ojo, la empresa española Endesa, con sede en Madrid, presunto feudo del Partido Popular, no tiene clientes en Madrid, pero sí en los feudos socialistas de Cataluña y Andalucía. Es igual, el follón crece: en Cataluña siguen repitiendo aquello de que nos quieren echar de España.

Vamos ahora con Madrid. Si pasamos de los socialistas catalanes a los madrileños nos encontramos con un Zapatero en su tónica habitual: mientras yo pueda permanecer en Moncloa todo lo demás es puro posibilismo, es decir, diálogo y talante: la operación viene bien porque los políticos catalanes se quedan contentos, de la misma manera que los políticos vascos se quedan contentos con la fusión de las tres cajas de ahorros euskaldunas, y me dejan en paz, cómodamente sentado en Presidencia del Gobierno. Es más, la operación no irrita a los barones regionales socialistas en, pongamos por caso, Andalucía, La Mancha, Extremadura y Asturias que también me dejan en paz. Respecto a los socialistas madrileños, sede de Endesa, no rechistarán: recuerden que Madrid es la única ciudad cosmopolita, es decir, panespañola y mestiza, de todo el país. Madrid es la única metrópoli española. Esa condición no puede ser derruida ni por las obras del alcalde Gallardón.

Rajoy afina más las salidas de pata de banco de sus segundos, y no habla de más poder para Cataluña, sino de más poder para un mismo banco o caja. Sutil el muchacho, porque además anda cargada de razón: no rechazo al operación pro-catalana, sino porque en principio parece excesivo que una sola caja de ahorros controle Repsol YPF, GN y Endesa al mismo tiempo demasiado poder y demasiado riesgo. En resumen, viene a decir Rajoy, no me molesta que Cataluña controle Endesa, lo que me molesta es que el poder desorbitado de una institución sobre la que mis enemigos políticos pueden influir y que, encima, coincide con el ansia del Gobierno por cargarse a Manuel Pizarro, presidente de Endesa no por su mala gestión, sino porque lo nombró Aznar.

Por otra parte, Endesa (ya saben que sus iniciales bursátiles no son END para evitar pitorreos, razón por la cual dieron en ELE, que no se presta al pitorreo pero sí a la alegría sureña) opera en zonas como Cataluña, aunque tenga la sede en Madrid.

En resumen, no hay una España de Gas Natural y otra de Endesa. ¿O es que Íñigo Oriol, presidente de Iberdrola, que ha posibilitado la operación de GN sorbe Endesa, es un separatista de ultraizquierda?

En resumen, todo esto son mentiras de políticos quizás una reiteración- y ambiciones de directivos empresariales. Ahora bien, lo más grave es que se invoca el nombre de España (Nos están echando, gritan en Cataluña; Se están quedando con España braman en Madrid) al rebufo de una operación económica. Algunos lectores me inscriben recordándome mis palabras sobe la no existencia del peligro de ruptura de España. Pues sepan que me reafirmo en ello. La historia de España no la puede romper ni la tibieza del PP ni la majadería de Mr. Bean. El principal enemigo de la unidad de España, al menos en términos políticos, términos siempre superficiales, no es Ibarretxe ni tampoco Carod o Maragall: es Bruselas.

Pero es que la cuestión de fondo no es esa. La cuestión de fondo es que de tanto hablar de la unidad de España corremos el riesgo de evitar las peguntas clave: ¿Cuál es la España que queremos mantener unida? ¿La España de un matrimonio roto cada cuatro minutos? ¿La España de los 80.000 asesinatos prenatales por año, el paraíso del aborto? ¿La España de la trivialidad televisiva, la España del exhibicionismo gay, de los salarios bajos y las viviendas caras, del anticlericalismo decimonónico?

El diálogo de besugos de Zapatero con las nacionalidades históricas no afectarán a la unidad de España ni la décima parte que su ley del divorcio express o divorcio sin causa, aprobada, por cierto, con el apoyo entusiasta o el silencio cómplice del Partido Popular y de otros intelectuales anti-orgánicos (es decir, peperos, pero tan alineados y previsibles como los intelectuales orgánicos de PRISA) que sólo se arraciman en torno al nacional-capitalismo. Pedro José, por ejemplo, es todo un nacional-capitalista: abortos, divorcios en cadena, matrimonio gay todo vale. Pero, eso sí, que Gas Natural no se quede con Endesa: eso atenta contra la unidad de España y, más en concreto, atenta contra nuestras empresas. O sea, nacional-capitalismo. Si no me creen escuchen a Jiménez Losantos y a su referencia moral: tertuliano Pedro José.

España es, en efecto, un pueblo desmoralizado (es decir, alejado de toda premisa moral), y en los pueblos desmoralizados la única virtud valorado es la osadía. La Caixa ha sido osada y se ha adelantado. Eso es lo que ha ocurrido, y aplaudir o atacar la OPA sólo servirá para hacer el juego al nacional-capitalismo español o al nacional-capitalismo catalán. No hay que preocuparse por la unidad de España, sino por la mejora de España.

Eulogio López